lunes, 19 de diciembre de 2011

Hace un siglo...

“A pesar de que ya en 1.838 los señores Chapman, Pick y Handcok hicieron un viaje de “exploración y evangelización” por España, en pleno periodo de absolutismo, es a los señores Chapman, Lawrence y Gould, que cupo el honor de ser los primeros misioneros de las asambleas, especialmente los dos últimos mencionados, los cuales en 1.863, acompañados por el señor Chapman, cruzaron la frontera española por Francia, después de haber podido saludar a Matamoros, que había sido expulsado del país por causa del evangelio.
En dicho año, estos fieles hermanos empezaron su labor de siembra en la ciudad de Barcelona, a pesar de las dificultades de aquellos críticos tiempos. Después de despedirse del señor Chapman, los señores Lawrence y Gould viajaron por espacio de dos años, evangelizando diversas regiones del país. Tan pronto se les encuentra en Madrid, como en Alicante, Vizcaya o Vitoria. A causa de un mandato de arresto de las autoridades de esta última ciudad, dichos hermanos tuvieron que pasar precipitadamente la frontera franco-española.
La revolución de 1.868 abrió de par en par las puertas del país, al proclamarse la libertad religiosa. Este mismo año hallamos a Lawrence de nuevo en Madrid, en donde se unió a él, poco después, el señor Gould. Es interesante leer las impresiones del hermano Gould al reunirse con su compañero de servicio. En una de sus cartas escribe: “Cuando llegamos a Madrid, hallamos que el hermano Lawrence había podido hacerse de una vitrina de cristal, y se había situado en una de las calles más céntricas para la distribución de los Evangelios.” No se sabe de que calle se trataba, aunque se conoce el detalle de que la misma poseía arcadas. ¡Así empezó el testimonio de las Asambleas en Madrid!
Dichos hermanos no se contentaban con predicar el Evangelio en Madrid. Viendo la necesidad espiritual de otras provincias, hicieron largos viajes de evangelización, visitando Ávila, Peñaranda, Béjar, Salamanca, Zaragoza, Sevilla, Toledo, Pamplona, Valladolid, Medina del Campo y muchas otras localidades.
Después de trabajar juntos durante algunos meses, en Madrid y diversas regiones, el señor Lawrence decidió trasladarse a Barcelona, con el fin de proseguir allí los trabajos de evangelización que había empezado unos cinco años antes, en los difíciles días del reinado de Isabel II. Así pues, el señor Gould tomó la responsabilidad de la obra de Madrid, ayudado, eficazmente, por los hermanos José Ríos y Mateo Cosidó, este último excelente músico y poeta, a quien debemos algunos de los himnos de nuestro actual “Himnario Evangélico”.
A mediados de 1.869, después de una abundante siembra en Madrid y provincias, el señor Gould creyó llegada la hora para organizar una Asamblea. En el lugar de la reunión que se alquiló, podían acomodarse fácilmente unas 200 personas. En relación con la inauguración de esta primera Asamblea, en Madrid, el señor Gould escribe lo siguiente: “El domingo por la tarde invitamos a la gente por las calles a que viniesen a oir el Evangelio por la noche, y vinieron casi 80...”
Poco después llegó a la capital don Carlos Faithfull, quien tomó gran parte de la responsabilidad de la obra, especialmente cuando los señores Gould y Cosidó durmieron en el Señor. Con la llegada de los señores Fenn, en 1.873, después de un corto tiempo de descanso en Inglaterra, la obra tomó un nuevo impulso, ya que pudieron alquilar unos buenos locales en la Glorieta de Quevedo –esquina a la calle de Arapiles- en donde, además de celebrar cultos, pudieron establecerse escuelas de niños y niñas. En alguna ocasión llegaron a asistir a las mismas unos 500 niños de ambos sexos.
No puede pasarse por alto la labor del recordado don Tomás Rhodes y su esposa doña Amelia y su obra especial en Tetuán, así como la del querido Arturo Chapell.
Merece capítulo aparte los comienzos de la obra de la Asamblea de Duque de Sesto. A principios de siglo llegó a España, procedente de Inglaterra, doña Julia Jones, a quien acompañaban doña Josefa Matews, doña Anita Vaughan y doña Francisca. Sería necesario un grueso volumen para relatar la obra de dichas hermanas. Basta decir que en pocos años –de 1.900 a 1.920- abrieron obra en Madrid, Zaragoza, Segovia, Ciudad Real, Cáceres, Badajoz, Cuenca, Albacete y Jaén. El celo de estas hermanas le llevó a abrir una obra en el propio corazón de Madrid, en la mismísima calle de Alcalá...”

(Continuará)

(Miguel Valvuena, Revista “Edificación Cristiana” , Agosto-Octubre de 1.965)

Foto: Robert Chapman

lunes, 12 de diciembre de 2011

Entrevista con don Alejandro Clifford. (Año 1.965)

- Nos gustaría conocer a qué se debe su visita a España...
- Por razones de trabajo debí realizar una visita a los Estados Unidos y a Inglaterra, y no me parecía justo volver a la Argentina sin pasar algunos días en la querida Madre Patria, a la que tantos lazos me unen y en la que tengo amigos dilectos, entre ellos, en primerísimo término, a los esposos Trenchard.
- ¿Cómo definiría usted en breves palabras la situación evangélica en la Argentina?
- La obra crece, y damos gracias a Dios por ello. Pero en muchos casos es apenas crecimiento vegetativo. Nos hace falta alguna sacudida que nos despierte de nuestro sueño. Gozamos de la más absoluta libertad, pero no la aprovechamos debidamente. Así y todo, tenemos muchas razones para dar gracias a Dios por las casi 300 asambleas de la Argentina.
- Como hombre metido de lleno en la literatura evangélica, ¿qué opinión le merece nuestra pequeña revista?
- La encuentro simpática, bien hecha y útil. Una revista como la vuestra cumple importantes funciones que no pueden ser reemplazadas por otro tipo de publicación.
- Dada la avidez de noticias que hay en todo el mundo, ¿usted aconseja que se lea todo lo que cae en nuestras manos?
- Si vuestras manos son como las mías, leer todo lo que cae en ellas sería imposible. Para navegar por el inmenso océano de papel impreso hace falta la ayuda de avezados pilotos. Ellos pueden ser los hermanos de experiencia y las notas bibliográficas publicadas por revistas que merezcan nuestra confianza.
- ¿Podría darnos algunas notas biográficas de su persona y trabajo?
- Nací hace 58 años en el norte de la República Argentina. Mis padres eran misioneros escoceses. He tenido toda clase de experiencias en la vida. Los errores, los tropezones y las caídas han sido frecuentes. Pero Dios es fiel. Desde hace años estoy dedicado, totalmente, a la literatura evangélica, y estoy completamente feliz en este trabajo.
En la actualidad publicamos el hermano Pablo Sheetz y yo, las revistas “Certeza” y “Pensamiento cristiano” y el periódico de evangelización “La Voz”. Además, colaboramos con la gente de “Decisión” y la Editorial Moody. También hemos publicado una docena de volúmenes en la colección “Ediciones Certeza”. Efectúo, además, trabajos para la Unión Bíblica y para las Sociedades Bíblicas.
- Le brindamos nuestras páginas para dar un saludo o exhortación al pueblo de Dios.
- Me he gozado mucho en mis breves contactos con los hermanos españoles. Creo que ellos son como los hermanos de todo el mundo, con las mismas virtudes y los mismos defectos. Ese individualismo que ha llevado a efectuar magníficas proezas a los españoles puede, quizá en la Iglesia, llegar a ser un factor de discordia cuando el individuo no se sujeta a la Palabra de Dios. Porque conozco de cerca el problema, ya que he tenido que luchar y lucho contra ese yo que es tan difícil, me animo a mencionarlo. Mi oración es que los hermanos españoles seáis de un mismo sentir en el Señor. (Fil. 4:3)

(Publicado en la revista “Edificación Cristiana”, Agosto – Octubre de 1.965)

lunes, 5 de diciembre de 2011

Campaña de evangelización en Madrid. (1.965)

La iglesia sita en la calle de Calatrava, número 25, perteneciente a la Iglesia Evangélica Española, y emplazada en uno de los barrios más típicos y castizos de Madrid, ha sido escenario de la Campaña de Evangelización llevada a cabo en esta capital.
Por su capacidad, fue ésta la iglesia elegida para celebrar en ella los Cultos especiales de Evangelización organizados, en estrecha colaboración, por los pastores y dirigentes de las iglesias evangélicas madrileñas con motivo de la visita del famoso evangelista argentino don Fernando Vangioni (del Equipo de Billy Graham) durante los días 6 al 15 de mayo último.
La Campaña en sí comenzó el día 3 de mayo con la primera de las Reuniones de Oración que, exceptuados los domingos, se tuvieron todas las mañanas, de siete y media a ocho y media, en la capilla de la calle de Trafalgar. En estas reuniones había una lectura bíblica, una breve plática, y luego se elevaban al Señor oraciones pidiéndole su bendición y ayuda para la Campaña. Del interés que despertaron es buen síntoma el hecho de que a la primera de estas reuniones asistieron unas treinta personas, pasando del centenar el número de cuantos acudieron a la última.
En la iglesia de la calle de Beneficencia se escuchó por vez primera la autorizada palabra de don Fernando Vangioni. Era el jueves 6 de mayo en que, como primer jueves de mes, se celebrara la Reunión de Oración Unida de las iglesias de Madrid. El mensaje, a cargo del Vangioni, con el tema “Me seréis testigos...” (Hechos 1:8), produjo en cuantos lo escucharan muy favorable impresión, igual que los dos Cultos para creyentes celebrados los días siguientes en la iglesia de la calle de Trafalgar. En las tres ocasiones, los amplios templos se vieron rebosantes de una concurrencia de hermanos y amigos de las distintas iglesias madrileñas.
Pero, sin duda, el plato fuerte resultó el que todas las noches, en la semana del 10 al 15, ambos inclusive, fue ofrecido por el señor Vangioni en la iglesia de la calle de Calatrava, donde tanto la iglesia como varias salas del edificio, en las que había instalados altavoces, recibieron una numerosísima asistencia.
Hemos de destacar la labor de equipo que existió durante los días de preparación de la Campaña, primera que de forma unida se iba a celebrar en Madrid, lo mismo que durante los días de su celebración, en la cual hubo una entrega total por parte de muchos hermanos, atendiendo al numeroso público, repartiendo tratados, presidiendo, cantando en los coros, orando, etc.
Don Fernando, orador fogoso, profundo conocedor de las Escrituras, buen psicólogo, supo llegar bien con su palabra, llena de poder espiritual, al corazón de sus oyentes. Fueron de gran ayuda en los cultos, con su destacada intervención, los hermanos Jorge Sánchez, solista, cuya potente voz fue utilizada por el Señor para los cantos de alabanza y llamamiento; y el señor Van Woerden, con su gran don musical.
El Señor permitió ver resultados inmediatos de los esfuerzos realizados en unas setenta personas, que expresaron públicamente su decisión de seguir a Cristo y por quienes debemos orar intensamente para que, con la ayuda divina, se mantengan firmes en su decisión.
Siembra abundante hubo, sin duda alguna, en esos días. Ojalá que el Señor se digne utilizarla para que pueda haber así una abundante cosecha en los alfolíes eternos.”


(Revista “Edificación Cristiana”, Mayo-Junio de 1.965)

lunes, 28 de noviembre de 2011

Visita a la biblioteca y archivo de Rodolfo González en Zamora.

"Rodolfo González Vidal, anciano de la asamblea de Hermanos en Zamora, guarda en su casa una de las mejores colecciones de Biblias en castellano y de libros religiosos. Éstas llenan casi todos los cuartos de su vivienda, juntamente con un amplio archivo de correspondencia sostenida durante su servicio del evangelio en las iglesias locales de la región, en los GBU, la AEE etc. etc. Él es continuador de la colección que empezó su padre, Audelino González , iniciado sin duda por el abuelo Ventura Vidal, uno de los colportores de la región, originario de Jimenez de Jamúz, León.
La colección de Biblias traza las versiones, tanto Católicas como Protestantes, que se han editado desde 1769, cuando la Iglesia Catolicorromana permitió oficialmente por primera vez la edición de las Escrituras en lengua vernacular. Las ediciones del Nuevo Testamento de las Sociedades Bíblicas que se publicaron para circularlas en la Península Ibérica, incluso antes de las actividades de Jorge Borrow y Lt. Graydon, están representadas. La edición del NT de Scio, preparada por Borrow en Madrid en 1837 cuenta con no menos de tres ejemplares en esta tesorería.
Pero aparte de las Biblias y Nuevos Testamentos, la biblioteca refleja la actividad editorial en pro del Evangelio y también mucha propaganda contraria a la actividad de los evangélicos por parte de la Iglesia Católica, juntamente con los libros de devoción, más utilizados entre los piadosos de tradición católica en otras épocas. Con exactitud científica (¿qué más esperamos de dos generaciones de veterinarios?) la colección está catalogada, y fruto de su uso en diferentes exposiciones son los marcadores explicativos, juntamente con apuntes en muchos volúmenes del significado de la pieza. Una correspondencia con familiares no evangélicos asegura este aspecto de la actividad misionera católica española, que asumió mayor relieve en la España nacional, tampoco está descuidado.
De un examen muy breve de los archivos (¿dónde empieza uno en medio de tantos tesoros y una visita de horas contadas?) como botón de muestra, salió una copia de las Notas Bíblicas de D. Juan Biffen en los años 1943 - 44, mecanografiadas para circular antes de las Notas Diarias conocidas, ya publicadas de la Unión Bíblica desde unos años después.
La preocupación principal de Don Rodolfo en su ancianidad, frente al fruto de coleccionar con tanta atención cariñosa a la historia del Evangelio en nuestro país, es ¿quién será la generación de relevo, capaz de levantar un centro bibliotecario y de archivos en el centro del país, para que se conserve bien y se gestione adecuadamente este tesoro? No faltan los que quieren adquirir la colección, pero esto es con intereses más parciales y personales. Idóneamente, lo que casi llena una vivienda espaciosa necesita espacio de exposición y un comité desinteresado para evitar los intereses personales que, por desgracia, incluso nos han creado la necesidad de estatutos y normas para proteger un ambiente mínimo de "confianza" en este terreno de conservación, investigación y divulgación. ¿cuáles iglesias locales están dispuestas a reconocer que las Asambleas de Hermanos tienen un desafío importante de mayordomía del acervo literario, histórico y cultural que hemos de atender aunque nos toque en medio de tiempos difíciles para recaudar fondos?
¡Gracias, don Rodolfo, por recibir al equipo del Archivo de Madrid, con sencillez y generosidad! ¡Qué sepamos entre las Bibliotecas y Archivos de las AA.HH. en España como responder al desafío que nos planteas!”


Reflexión de Ken Barrett después de su visita a Zamora.


lunes, 21 de noviembre de 2011

Reseña del libro: "El Evangelio en España". George Lawrence

Libro: El Evangelio en España. George Lawrence. CEFB. 2011. P.V.P. 9 €.
Pedidos: LIBRERÍA EMANUEL. C/ Real de Arganda nº 48, 28031, Madrid.
Teléfono: 913310840 / FAX: 913315565
Webs: http://www.libreriaemanuel.es o también http://libreriaemanuel.org/

"La lectura que recomendamos se publicó en 1872 con el título “The Gospel in Spain” y contiene cartas de diversos misioneros que nos dan una panorámica general del contexto de la época y de las dificultades que enfrentaron muchos hermanos para predicar el Evangelio y la preciosa cosecha que se recogió. Se trata de un testimonio muy valioso que sale a la luz por primera vez en castellano, y que nos invita a reflexionar sobre nuestro grado de compromiso con el Señor en una época donde podemos predicar el Evangelio abiertamente, algo por lo que oraron muchos hermanos en el pasado.
George Lawrence (1831-1894), misionero galés, se estableció en Madrid en 1863 durante el reinado de Isabel II junto a su compañero Gould, antes habían viajado por España junto a Roberto Champan. Más tarde, alquiló un local en una céntrica calle de Madrid donde sufrió una agresión para quitarle la vida. Al finalizar el mandato de Isabel II, con nuevos tiempos de libertad religiosa, Lawrence aprecia el daño sufrido en España y el hambre por la Palabra de Dios como observamos en escenas vividas en “El Quemadero” de Madrid donde se ensañó la Inquisición: “Vi a muchos leyendo los Evangelios que acababan de comprarnos.... Al mirar dentro de los agujeros hechos por los picos de los obreros al abrir una calle nueva, se podía descubrir pelo de diversos colores, y huesos en perfecto estado, aún de niños pequeños” “Entre otros horrores hallaron los huesos de dos manos traspasadas por un gran clavo unidas en actitud de oración, y las costillas de alguna otra víctima con la lanza con la que había sido traspasada saliendo de ellas. Al intentar separarlas de las sustancias que las rodeaban, se deshicieron en polvo”.
El celo de Lawrence por testificar de Cristo en compañía de hermanos como José Ríos y Mateo Cosidó, permite repartir miles de evangelios, Biblias y Nuevos Testamentos en las fiestas y ferias de Madrid, Toledo, Alcalá de Henares, Medina del Campo, Salamanca, Valladolid y Sevilla, para entender el contexto social un misionero relata algo sobre lo acaecido en la feria de Toledo: “La última noche de la feria, justo antes de que la banda militar empezara a tocar en la plaza, unos dieciocho de ellos estaban leyendo en silencio algunas porciones de la Palabra a la luz de la carpa, cuando el cura de su regimiento se acercó. Inclinándose sobre el hombro de uno de ellos, y viendo lo que leía, se lo quitó de las manos, y encendiendo una cerilla le prendió fuego. Al instante, un señor que estaba parado a su lado le agarró y le quitó el libro ardiendo en sus manos…”.
Años después, Lawrence se traslada a Barcelona donde utiliza un carro blindado como librería ambulante que se transforma en expositor para difundir la Palabra de Dios; la oposición no cesa, a modo de ejemplo, el propio Lawrence explica: “Hoy tuve otro susto, y también mi esposa. Un supuesto vendedor de las Escrituras, un ex sacerdote a quien yo rehusé emplear en Madrid, pero que ha sido enviado hasta aquí por otros, me desafió a luchar con él con espada o pistolas, o me escupiría como a un asno protestante. Como no me indicó ninguna dirección, y desde entonces ha dejado la ciudad, no he podido contestarle, si no le habría invitado a disparar sobre su sombra…”
La casa de Lawrence en San Juan de Gracia y más tarde en Ferlandina, 47, sirve para celebrar reuniones que permitirán inaugurar la primera Asamblea de Hermanos en la Ciudad Condal. Pronto funda varias escuelas públicas para ciudadanos humildes dado el alto grado de analfabetismo, ante la gran necesidad, los Payne y los Fenn le ayudan. La obra del Señor avanza, se abren comedores, una Librería Evangélica y una Casa-Asilo para enfermos y necesitados. Como ilustración de la pobreza, leemos sobre los estragos causados por la fiebre amarilla: “Ayer una pobre viuda corría por las calles implorando que alguien enterrara a su hija; en otra calle unos niños estaban sentados llorando de hambre; su madre llevaba dos días muerta en su cama y nadie se había enterado. Uno de nuestro grupo sacó a una madre muerta al lado de su hija agonizante, la cual tenía un bebé agarrado a su pecho. Hay una cuarentena rigurosa en los pueblos de alrededor. Aquí nos quedamos, confiando que el Señor nos librará de esta pestilencia, que está causando tanta miseria y tristeza”.
Además, Lawrence publicó revistas para niños, dos ediciones del Nuevo Testamento y una edición de la Biblia contando con colaboradores como J. C. Pundsack. En 1890, abre obra pionera en Campo de Criptana (Ciudad Real), antes de instalarse en Caldes de Montbui hasta su muerte. Por todo esto, no dudamos que si algo caracterizó a George Lawrence fue su amor por España, una fe inquebrantable y servir de estímulo a muchos para trabajar en la obra de Dios, esperamos que estas páginas dejen una huella imborrable en cada lector que le impulse en el servicio a Cristo. "


Reseña realizada por David Vergara.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Apuntes autobiográficos del misionero Federico H. Gray. (VI parte y última)

Con los apuntes de hoy terminamos la serie dedicada al misionero Federico H. Gray que él mismo publicó en la revista "Edificación Cristiana":

1.939.- “Después de despedirme de las asambleas de Vigo y Marín, me encaminé a El Ferrol del Caudillo, en donde me encontré con los señores Davis, y con ellos salimos en su coche para Gijón, visitando a San Miguel y pasando un domingo allí con los hermanos, gozando del amor fraternal; luego llegamos a Tapia y Oviedo, donde nos detuvimos antes de continuar a Gijón, en donde entramos al anochecer, algo cansados, pero contentos. Los señores Davis se vieron obligados a volver, pero convenía que me quedara allí, pues todavía los carpinteros y pintores estaban terminando los trabajos de remediar ciertos defectos en la casa; así permanecí tres meses allí; tratando de poner todas las cosas en orden y componer la instalación eléctrica, pues todavía no teníamos permiso para celebrar cultos. Durante mi estancia allí gocé de mucha comunión fraternal con don Daniel García y otros hermanos, pero desdichadamente fallecieron dos amados hermanos en este tiempo. El primero, don Félix Tornadijo, antiguo amigo mío y muy apreciado en esta iglesia, y luego una joven llamada Araceli, muy fiel al Salvador; en esta ocasión, con la ayuda de don Daniel, logramos celebrar un entierro evangélico, y ayudados por el Señor, el culto fúnebre en el cementerio dejó muy impresionado a todo el auditorio.
Volví hasta Lugo por coche de línea y allí pasé dos días muy felices con don Vicente Rodríguez, esperando mi maleta, que se había extraviado; luego seguí a Pontevedra y Marín, donde me quedé con los señores Turrall el domingo, participando en los cultos. En Vigo encontré a doña María muy indispuesta, más tarde fue llevada a Santo Tomé y allí mejoró algo; volvió a Vigo a mediados de junio, pero siempre en estado muy delicado.
Habiéndose los señores Woodford trasladado a Vigo para sustituir a don Tomás, la asamblea entró en nueva fase y se reunieron muchísimos hermanos para los cultos anuales, muchos siervos del Señor tomaron parte en el ministerio de la Palabra con mucho provecho para los oyentes; finalmente, don Enrique nos dio a los ancianos y obreros un precioso discurso muy instructivo, animándonos a una vida más fiel en todo nuestro servicio al Señor.
Ya que los señores Conde habían regresado a su hogar, me invitaron a visitarles y disfrutamos de un tiempo muy gozoso recordando las muchas misericordias y bondades de Dios en estos últimos años. En junio fui otra vez a Celanova, Taboadela y Calvos, y les ayudé a pintar la Capilla. El domingo, con una buena asistencia, tuvimos primeramente algunos bautismos, seguido de la Cena del Señor, y terminamos el día con fervorosas predicaciones del Evangelio. Después hice varias visitas a La Guía y San Vicente, y también a Santo Tomé y Marín, para ayudar en varios cultos, pero el acontecimiento más notable de este otoño fue el Jubileo de don Enrique Turrall, celebrado en Marín el 29 de octubre. Como esta fecha cayó en domingo, comenzamos el día con la Cena del Señor; luego , por la tarde, hubo una reunión muy concurrida, el la cual los ancianos, representantes de otras asambleas de esta región, tributaron mensajes de gratitud y aprecio a este veterano misionero y la congregación le presentó un hermoso reloj grabado con una dedicatoria. En la reunión de la noche, don Enrique nos deleitó con reminiscencias de sus trabajos y servicio a Dios, y cantamos un himno de alabanza por su larga vida de servicio consagrada al Salvador.
Los señores Woodford regresaron al fin de noviembre y todos les dimos una cordial bienvenida el último domingo del mes; después disfruté de unas Navidades muy felices con los señores Conde y me despedí del apreciado Santo Tomé; más tarde di un afectuoso adiós a los señores Turrall y últimamente a la viuda de don Tomás, los señores Woodford y los queridos hermanos de Vigo. Al principio del nuevo año comencé mi viaje de regreso a Valladolid, teniendo oportunidad para muchas despedidas cariñosas en el camino.
Fue para mí una gran satisfacción pasar una breve temporada en la población que había sido mi hogar durante tantos años, y los señores San León me cuidaron bien; luego, la comunión fraternal de todos los hermanos y los cultos familiares me proporcionaron horas de consuelo y gozo, pero pronto tuve que emprender el viaje a Inglaterra, acompañado de la señorita Ginnings, a petición de sus queridos padres. Hicimos la jornada hasta París bastante bien y allí quedamos un día con el comandante Salwey, quien nos llevó a todos los edificios históricos que tienen tantos recuerdos para nosotros. Al anochecer continuamos nuestro viaje hasta Dieppe, y de allí hicimos la travesía sin novedad a Inglaterra, y desembarcamos en Newhaven; cuántas gracias dimos a Dios por su protección de tantos peligros en esta terrible guerra mundial, pues Francia cayó unos días después de nuestro paso por París.
Personalmente quisiera tributar a mi fiel y amante Salvador y Señor mi sincera gratitud y alabanzas por haberme favorecido con tantas liberaciones, dándome el auxilio de su gracia soberana y confortándome con Su presencia y bendiciéndome de modo tan evidente en tantos apuros y situaciones temibles; y por fin le bendigo de todo corazón por haberse dignado servirse de mis humildes trabajos para llevar almas a Cristo y de estimular la fe y el amor de los creyentes; a Su Nombre sea toda la gloria y la honra. Amén.”


Publicado en la Revista "Edificación cristiana", (Mayo - Julio de 1.965)

martes, 8 de noviembre de 2011

Apuntes autobiográficos del misionero Federico H. Gray. (V parte)

Continuamos con la serie dedicada a los apuntes biográficos que el misionero Federico H. Gray compartió con la revista “Edificación Cristiana”. Para nosotros debería ser de ejemplo e inspiración: “Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe.” (Hb 13:7)

1.938.- Al principio del nuevo año me trasladé a Santo Tomé, estableciéndome en casa del señor Conde, como punto muy conveniente para conservar mis relaciones con otras asambleas y con don Edmundo, quien se hallaba entonces en Marín. Durante el mes de febrero, teniendo a don Cecilio por colaborador, hicimos dos visitas a Castiñeiras y celebramos dos series de reuniones de evangelización, con numerosa asistencia de mucho elemento joven; el Señor se dignó ayudarnos mucho y concedernos un tiempo en el cual se manifestó el poder del Espíritu Santo llevando a las almas a confiar en nuestro bendito Salvador. Al volver don Edmundo, me llevó a Santiago, en donde nos encontramos con don Arturo, y juntos pasamos unas horas de consultas y suplicaciones al Todopoderoso.
Oyendo que don Tomás se había empeorado, me fui a Vigo y así pude, con otros hermanos, acompañarle hasta Tuy, en donde nos despedimos de él muy afectuosamente, pues iba a embarcarse para Inglaterra lleno de esperanza de mejorarse; pero Dios dispuso otra cosa, pues el 13 de abril pasó a estar con Cristo, a los setenta y tres años de edad. ¡Qué pena causó esta triste noticia, pero especialmente a su amada esposa, en tan delicado estado!
Más adelante fui hasta el Ferrol del Caudillo, donde la congregación me aceptó con amor fraternal, y permanecí entre ellos unos diez días disfrutando de íntima comunión y celebrando cultos muy animados y provechosos; estando todavía allí nos avisó un hermano de la muerte repentina de una hermana anciana, por caer del hórreo; y estando enfermo don Arturo, me trasladé a Ares. El día siguiente, el señor Candales, muy amablemente, me llevó a La Coruña y Puentedeume para arreglar cuestiones del entierro civil. Por la tarde nos fuimos a Soaserra y allí se nos unió un muy numeroso acompañamiento hasta el cementerio más cercano, adonde llegamos rendidos. Bien recompensados fuimos, pues el culto fúnebre fue muy conmovedor y supimos después de la salvación de un alma por la gracia del Señor Jesús. Me quedé otros diez días en Ares y el Ferrol ayudando con los cultos y luego regresé a Santo Tomé.

En caminos muchas veces.- Durante unos dos meses me encontraba muy ocupado con varios viajes a Vigo y Marín, y al Gobierno de Pontevedra, además a Celanova y Calvos para cultos y bautismos con don Edmundo y don Cecilio, y llegamos hasta Bande, uniéndonos con los señores Goddard. Más tarde fuimos con ellos a Porto Quintila, y anduvimos a pie hasta Taboadela, donde con otros colaboradores disfrutamos de un día feliz con varios cultos. Regresé a Celanova, y de allí a Villar, en donde varios de los ya conocidos y experimentados siervos de Dios nos dieron excelentes mensajes de las Sagradas Escrituras.
Durante el otoño, los señores Ginnings estuvieron en Inglaterra para el casamiento de su hijo mayor, e invitado por ellos pasé la temporada en Ares. Los domingos solía subir a Soaserra en el auto con un hermano chófer, pero el día 20 de octubre sufrimos un grave choque con un coche de línea al dar la vuelta en una curva peligrosa. Gracias a Dios, salimos ilesos, pues en mi regazo llevaba un gran ramo de flores para poner en la tumba de una hermana recientemente enterrada en el monte, y con esto me cubrí el rostro y así me salvó de numerosas astillas de cristal y sólo recibimos unas pequeñas heridas en las manos. Los vecinos y las autoridades nos trataron con mucha consideración, y más tarde, con la ayuda de don Jorge, pudimos trasladar el coche destrozado a un garaje, en un pueblo cercano.
En noviembre murió en El Ferrol el muy querido hermano don Alfredo Fernández, pero antes de partir para el cielo cantó con su esposa aquel dulce himno: “Cristo, ven más cerca, dame gozo, paz, perdón; cerca, sí más cerca, de mi corazón”. El entierro fue una imponente manifestación de respeto y condolencia y se dejó sentir la presencia del Señor en el servicio fúnebre.
El resto del año lo pasé en viajes a La Coruña, El Ferrol, Ares y Soaserra, pasando breves temporadas con cultos y visitas, y después volví a Vigo y Marín para la acostumbrada fiesta del fin del año.”


(Continuará)
Publicado en la Revista "Edificación cristiana", (Marzo - Abril de 1.965)

martes, 1 de noviembre de 2011

Apuntes autobiográficos del misionero Federico H. Gray. (IV parte)

1937.- "A mediados de enero recibí una sorpresa inesperada, pero muy placentera, pues al abrir la puerta de casa me encontré cara a cara un amigo muy amado, don Audelino González; por el momento me sentí algo como la muchacha Rhode (Hch 12;13), pero luego nos saludamos cordialmente y dimos gracias a Dios. Unos días después me fui otra vez a Marín para dar una serie de discursos a jóvenes y ancianos y tener unos días de íntima comunión con bastantes de los creyentes.
Servicios múltiples.- Los señores Davis nos visitaron con sus hijas y por la tarde él nos dio en la reunión un hermoso mensaje. También nos vino a ver don Enrique con dos jóvenes y nos unimos en oración muy provechosa delante de Dios. Más tarde me encontré con los señores Woodford y familia y tuvimos una animada conversación con este incansable obrero en los pueblos gallegos. Unos días después fui a buscar a don Arturo Ginnings en Santiago, y me llevó en su auto a Ares, donde participé de la Cena del Señor el domingo por la mañana, y por la tarde fuimos a El Ferrol para anunciar el Evangelio. El 1 de abril, con ciertas dificultades, pudimos celebrar un entierro en Soaserra, con mucho acompañamiento, pero en la Capilla. De allí continué hasta La Coruña, donde hallé a don Enrique Payne un poco mejor y permanecí allí el domingo, dándonos el Señor muy agradables cultos todo el día. Para terminar todo este vaivén, volví a Vigo en coche de línea, buscando un poco de reposo y refrigerio espiritual en el culto de partimiento de pan, pero supimos la triste noticia de la muerte trágica de un matrimonio de creyentes muy apreciados en esta iglesia.
A finales de mayo acompañé a los señores Woodford y Campelo a Santo Tomé para los cultos anuales, que fueron muy concurridos, asistiendo numerosos creyentes con sus familias y amistades, varios siervos del Señor dieron exhortaciones estimulantes y mensajes persuasivos, y disfrutamos de unas horas muy felices y bendecidos por Dios. Unos días después fui invitado por don Edmundo a Calvos con el mismo objeto. Comenzamos el domingo con el bautismo de seis recién convertidos, luego ellos fueron recibidos como miembros de la iglesia y participaron con nosotros de la Cena conmemorativa del sacrificio de Jesús mismo en la cruz. En el ministerio don Celestino Puente tomó parte, y el día entero resultó de mucho contentamiento, escuchando los mensajes de la Palabra y cantando alabanzas al Salvador. Luego volvimos a Celanova por unos días de visitas y reuniones que resultaron muy provechosas. Por fin volvimos a Vigo y el Señor nos concedió un día muy gozoso escuchando preciosos mensajes de don Edmundo y don Audelino y predicaciones impresionantes de don Jonatán y don Cecilio. En este verano tuvimos la satisfacción de ver a don Mariano San León y su hija en Vigo por una breve temporada y él nos dio en los cultos algunos discursos de su ministerio, que fue muy apreciado.
En estos días fui citado por el Juzgado por causa del extravío de un cheque inglés, pero parece que todo se arregló bien, pues no tuve que volver. Más tarde necesité tratamiento médico por obstrucción intestinal, y los señores Woodford, muy bondadosamente, vinieron y me llevaron a su hogar y me cuidaron hasta que me puse bien. Y un poco después nuestros amados hermanos los señores González sufrieron la pérdida dolorosa de uno de sus hijos. Muchos de sus parientes y amigos acudieron a consolarles y el entierro evangélico fue una manifestación de cariñosa simpatía y condolencia a los afligidos padres.
Al fin del verano pasé algún tiempo en el pintoresco pueblo de Santo Tomé, gozando de muy íntima amistad de los ancianos don José García y don Ángel Araujo, y este último me llevó por aquellos caminos rurales a visitar a varios enfermos y familias, y el Señor nos otorgó excelentes reuniones espirituales. Por aquel entonces sucedió un hecho que nos causó mucha tristeza –la capilla de Villar quedó clausurada y algunos hermanos detenidos-, esto nos llevó a humillarnos delante de Dios en oración. Un poco más tarde nos llegaron días de alegría por la feliz llegada a su hogar de los señores Berkley, pero al pasar unas semanas, desgraciadamente, se enfermó don Tomás y necesitó asistencia médica y muchos cuidados, de modo que estuve allí para ayudarle en cuanto pudiera hasta el fin del año. En las últimas horas del año celebramos la consabida fiesta de gratitud al Señor, bendiciéndole por todos sus beneficios recibidos por su misericordia y bondad."


(Continuará)
Publicado en la Revista "Edificación cristiana", (Enero-Febrero de 1.965)

lunes, 24 de octubre de 2011

Apuntes autobiográficos del misionero Federico H. Gray. (III parte)

"... En mayo fui a Gijón para ayudar en los cultos durante la ausencia de don Juan Biffen, así pude ver el nuevo edificio, ya terminado, y los cultos animados y bien asistidos, y tuve el gusto de reanudar la amistad y comunión con don Félix Tornadijo, su señora y familia, y conocer más íntimamente a varios creyentes y celebrar algunos cultos.
Más tarde, en el mes de junio, celebramos un servicio de bautismo, cuando ocho creyentes dieron testimonio de su fe y se identificaron con su Salvador en su muerte, entierro y resurrección. Estuvo con nosotros en esta ocasión don Francisco Dueñas, de Benavente, y relató la historia de su maravillosa conversión, que dejó muy conmovidos a muchos. El domingo siguiente todos participaron de la Cena del Señor en cumplimiento del mandato del Señor: “Haced esto en memoria de Mí”. Un poco más tarde visitamos Salamanca y tuvimos muy buenos cultos en casa de doña Carmen Alcón, empezando con la Cena del Señor, y por la tarde la Escuela Dominical y, finalmente, un culto de evangelización; en ésta don Benigno González hace una labor muy provechosa, especialmente en el ministerio de la Palabra. A continuación llegué hasta Benavente, donde hubo un hermoso culto en casa de un buen hermano.
En el mes de julio de 1.936, con el cambio de Régimen y la guerra consiguiente, nos hallábamos en una situación apurada debido a que no nos llegaba correspondencia extranjera, y, por consiguiente, los señores Clarke y un servidor apelamos al Cónsul Británico en Vigo, y por órdenes suyas salimos de Valladolid por ferrocarril, llegando a Vigo a las 17,30 el domingo 9 de agosto. El día después ellos embarcaron para Inglaterra en la “Mala Real Inglesa”, pero a mí me parecía, después de consultar al Señor, que debiera quedar en España cumpliendo mi misión entre las Iglesias Evangélicas de Galicia. Después de varios días fui invitado por los ancianos de dicha Iglesia a que me hospedara en casa de don Tomás Berkley, quien se hallaba ausente en Inglaterra, y él mismo me escribió muy cariñosamente, poniéndola a mi disposición durante mi estancia allí.
Al principio pensaba que ausencia de Castilla sería corta, pero una vez que comprendí la extensión de la obra con sus varios centros y la ausencia de tantos misioneros, me di cuenta que quizá se prolongaría mucho; así que mi buen colaborador don Mariano San León asumió toda la responsabilidad de las congregaciones evangélicas en aquella región de Valladolid. Por unas semanas quedó allí don Guillermo Willies ayudándole, pero, desafortunadamente, quedó detenido y expulsado de España.
Los primeros meses los dediqué a la obra en Vigo en unión con los ancianos y la congregación, y disfrutamos de mucha comunión fervorosa en los cultos; luego llegué a Marín, en donde me gocé mucho con los señores Turrall y en las reuniones tan concurridas y tan provechosas; después en Santo Tomé disfruté del mismo modo del amor fraternal de todos los hermanos; en estas tres asambleas me fue concedido el privilegio de ministrar la Palabra del Señor. Cuán dichoso me hallaba entre todos después de haber pasado tantos años sin ver a la mayoría de ellos. Al fin del año me volví a Marín para estar presente en la bien conocida fiesta de fin de año. Con himnos de alabanza, acciones de gracias, oraciones de fe y mensajes dirigidos por varios siervos de Dios, de exhortación y amonestación a los creyentes, y llamadas evangélicas y avisos urgentes a los no salvos, pasamos las últimas horas del año viejo y entramos en el nuevo con la bendición de Dios..."


(Continuará)

Revista "Edificación cristiana", (Nov-Dic de 1.964)

lunes, 17 de octubre de 2011

Apuntes autobiográficos del misionero Federico H. Gray. (II parte)

“...Dimos principio al 1.934 celebrando la Semana Universal de Oración, seguida de las festividades de los niños, que, dirigidos por don Mariano San León, nos dieron dos noches de placer y satisfacción, recitando sus poesías y cantando sus villancicos e himnos con entusiasmo y alegría. En febrero pasé buena parte del tiempo visitando en Benavente y los pueblos cercanos y tratando de animar a los creyentes residentes allí, además de atender a algunos asuntos relacionados con la obra que había hecho el señor Shallis. Más adelante varios misioneros vinieron para ayudar en los cultos y Clases Bíblicas. Al fin de abril asistí al Congreso Evangélico en Madrid, al cual vinieron bastantes creyentes de varias partes del país, atraídos por los excelentes discursos, llenos de provechosas exposiciones doctrinales.
De allí, acompañé al señor Buffard a Valdepeñas y otros centros, en donde bastantes almas oyeron los mensajes del glorioso Evangelio; luego salimos para Valencia, pasando por Albacete, Chinchilla y Almansa, repartiendo centenares de tratados hasta llegar a Valencia, al anochecer. Nos quedamos allí el domingo e invitados por los dirigentes de dos Iglesias Bautistas predicamos en ambas, alternando mañana y tarde. El lunes continuamos nuestro viaje temprano y desayunamos en Castellón, comimos en la playa cerca de Tortosa y llegamos a Barcelona por la tarde. Don Percy pasó una temporada con sus amigos y un servidor fue hospedado en casa de don Samuel Payne, y cuánto me gocé hallarme entre tantos amigos antiguos y algunos nuevos, y estar en los cultos con tan armoniosa comunión y mensajes hermosos.
De allí volví a Madrid y pasé algunos días visitando los colegios y las capillas de Trafalgar y Tetuán y dando alguna meditación a unos y otros. Invitado por los señores Trenchard, me llegué a Toledo, y mucho me interesó visitar e investigar los edificios que hacen aquella ciudad un museo de extremo interés. De regreso a Madrid tuvimos una reunión juvenil en Trafalgar, en que hice una llamada a los jóvenes a que abandonasen los deseos perversos y buscasen lo bueno y lo noble con afán. En camino a casa me detuve en El Escorial para visitar a un joven desorientado a quien había procurado llevar a Cristo, pero no quiso verme. ¡Qué triste caso!
En el mes de julio nos visitaron el señor Strachan y don Samuel Palomeque, y éste último nos dio un discurso elocuente y convincente sobre “El Curso y el Fin del Mundo”, en el Cinema La Fuente. Varios siervos del Señor nos prestaron su ayuda de diferentes maneras para esparcir las verdades cristianas en estos meses de otoño, y en noviembre logré asistir al entierro de nuestro amado hermano, el bien conocido colportor, don Ventura Vidal, en cuya casa durante muchos años se celebraron los cultos, honrando así el nombre del Señor. A petición de la familia, un servidor dirigió el culto en el cementerio, y don Eduardo Turrall elevó una sentida oración y don Juan Varetto pronunció un mensaje conmovedor de consolación al numeroso acompañamiento, y, sin duda, los muchos miembros de la familia presentes quedaron muy confortados.
Para terminar el año celebramos una campaña de evangelización dirigida por el renombrado evangelista don Samuel Palomeque, y sus insistentes llamadas a las almas para entregarse a Cristo impresionaron hondamente a muchas almas y algunas aceptaron al Salvador con gozo, esto nos llevó a bendecir a Dios por esta nueva manifestación de su amor y poder. Al empezar el año 1.935 Dios me infundió nuevas fuerzas dándome un mensaje del Salmo 119, “Sostenme y Susténtame”, que me hizo sentir más que nunca la intensa y urgente necesidad del apoyo y esfuerzo divinos, y la Semana de Oración vino a confirmar la mucha necesidad de esta súplica. A mediados del mes me trasladé a Madrid y el Señor me concedió una serie de excelentes cultos en Duque de Sesto y, además, en Tetuán y Trafalgar, experimenté mucha ayuda del poder del Espíritu Santo. Volviéndome en abril a la comarca de Benavente, y reuniéndome con don Audelino y don Gabriel, celebramos varios cultos en Benavente mismo y La Torre y Castrogonzalo, procurando exponer la preciosidad de la sangre de Cristo para nuestra redención y santificación. Volví a Valladolid para “Semana Santa”, y don Mariano y un servidor compartimos los cultos, ensalzando el infinito valor del sacrificio del Hijo de Dios para salvar y libertar los pecadores arrepentidos de la esclavitud de Satanás y de la condenación.
El lunes, después del domingo de la gloriosa resurrección, recibimos la tristísima noticia del fallecimiento de nuestro querido hermano don Gabriel Bermejo, y, en seguida, me puse en camino para Castrogonzalo. Cuánta pena me causó entrar en aquella casa donde sólo diez días antes le había dejado relativamente bien, y ahora hallar una viuda con sus tres hijitos. El día siguiente se efectuó el entierro en medio de una lluvia torrencial, estando presentes don Juan Biffen, su cuñado; don Audelino González y un servidor y varios hermanos y amigos, pero el tiempo impidió que celebrásemos el acto como deseábamos, así arreglamos cultos memoriales en Castro y Benavente las noches siguientes. ¡Cuán incomprensibles son los caminos del Señor!, pero siempre nos doblegamos ante la santa voluntad de Dios...” (Continuará)


Revista "Edificación cristiana", (Nov-Dic de 1.964)

lunes, 10 de octubre de 2011

Apuntes autobiográficos del misionero Federico H. Gray (I parte)

En la revista “Edificación cristiana” de Septiembre-Octubre de 1.964 encontramos la siguiente información del misionero Federico H. Gray sobre su ministerio en España:

“...En el mes de marzo de 1.930 se solemnizó el casamiento de don Mariano San León con doña Encarnación Gil; ante numerosa concurrencia, el acto religioso se celebró en la Capilla Evangélica de Valladolid, y don Tomás Rhodes dio a la feliz pareja un mensaje de sabios consejos y palabras.
El 21 de abril fui a Madrid para una serie de reuniones y pasé una semana muy grata con el querido don Tomás. De allí salí con don Percy Buffard para Valdepeñas y continuamos a Despeñaperros, en donde me encontré con don Miguel Aguilera. Con este bien conocido evangelista visitamos Las Navas, Sta. Elena, Linares y La Carolina, dando a todos exhortaciones y mensajes de la Palabra; luego volvimos a Valdepeñas, en donde di una serie de estudios sobre la segunda venida del Señor. Antes de volver a Madrid fuimos a Almodóvar y Puertollano, regresé a casa el 9 de mayo, deteniéndome un día en Ávila.
Al fin del mes tuvimos el bautismo de cuatro creyentes, quienes ya habían manifestado su fe en el Salvador, muy gozosos y agradecidos al Señor por su ingreso en la iglesia.
Invitados por unos muy amados amigos, pudimos en el otoño pasar unas semanas de descanso en Inglaterra, y volver dando alabanzas a Dios por el beneficio de esta vacación de grato reposo.
En la primera parte de 1.931 fuimos a Castro-Gonzalo y León, para consolar y animar a las congregaciones, especialmente en la última asamblea, donde había fallecido un amado hermano. Más adelante pasamos una corta temporada en Santander y fuimos con el colportor a Medina del Campo y Salamanca para trabajar en las ferias y circular las Sagradas Escrituras. Como en aquel tiempo teníamos libertad religiosa, mandamos construir una caseta portátil y la colocamos en el Campo Grande durante la Feria Anual; con una hermosa colección de Biblias, Nuevos Testamentos y literatura evangélica exhibida al público. Varios hermanos colaboraron con nosotros en esta campaña y logramos circular gran cantidad de libritos y tratados gratis, además de vender más de mil ejemplares de las Sagradas Escrituras y otras obras de sana y amena literatura.
Nunca descuidamos las visitas personales a los creyentes y amigos, procurando un rato de lectura bíblica y conversación, pero especialmente a los enfermos, moribundos y desconsolados. En octubre tuvimos la satisfacción de bautizar a cinco convertidos que habían expresado el deseo de obedecer al Salvador y confesar su fe en las enseñanzas apostólicas según constan en los Hechos de los Apóstoles.
En el principio del año 1.932 sufrimos una pérdida de un joven muy fiel y celoso en seguir a su Maestro y Salvador, pues durmió en el Señor el querido Juan San León y mucho lo echamos de menos.
El 15 de febrero don Arturo Shallis, quien durante varios años había venido trabajando y sembrando las palabra divina en Benavente, por fin logró organizar la apertura del testimonio evangélico en este pueblo; con la ayuda valiosa de don Miguel Aguilera, célebre evangelista. Este dio en el Cinema Benavente una conferencia pública que impresionó favorablemente a la numerosa asistencia, y el día siguiente se inauguraron los cultos en un local, en donde continuaron bastante tiempo. Invitado por don Arturo, un servidor tuvo el placer de compartir con otros siervos del Señor en esta campaña, de la cual el Salvador se valió para salvar algunas almas que luego formaron una pequeña iglesia de Cristo allí.
En el año anterior don Ernesto Trenchard había empezado un curso de estudio bíblico en Arenas de San Pedro, y para este año había invitado a don Miguel Aguilera y a un servidor para dar las clases a un grupo de jóvenes, uno de los cuales se rindió de todo corazón al Salvador para consagrar su vida a trabajar en extender el Evangelio. Mientras estábamos allí llevábamos una vida sencilla y campesina que mucho nos favoreció en nuestra vida espiritual.
Al llegar el otoño colocamos de nuevo nuestra Caseta Bíblica y con varios ayudadores trabajamos dando testimonio de nuestra plena confianza en Cristo y expendiendo las Sagradas Escrituras, repartimos a numerosas almas interesadas una buena cantidad de literatura evangélica.
Al principio de octubre emprendí otro viaje a Valdepeñas para tomar parte en una Conferencia, pero una tarde recibí un telegrama inesperadamente anunciándome que mi querida esposa se había puesto gravemente enferma de repente. Después de implorar la ayuda del Señor en cuanto al viaje tan largo a casa, con varios íntimos y cariñosos amigos, decidimos salir inmediatamente en automóvil y de noche para Valladolid, y llegamos allí de madrugada, hallando la paciente en estado muy grave. ¡Cuántas gracias di a Dios al hallarla todavía con vida! Luego mejoró un poquito y pudo asistir una vez a la Cena del Señor, pero vino una recaída y fue lentamente empeorando hasta el 21 de febrero de 1.933, cuando sufrió un colapso y pasó tranquilamente a la presencia del Señor, a quien había servido con tanto amor y con toda su alma. Según el mismo médico había trabajado tan enérgicamente, agotando todas sus fuerzas con exceso de beneficiar a otros. Dos días más tarde llevamos sus restos mortales a descansar hasta la venida del Señor, en el Cementerio civil, viniendo don Arturo Shallis y don Arturo Chappell para celebrar los cultos funerales en la casa, en la capilla y, finalmente, en el Cementerio, a las once.
Después de 33 años de vida y servicio unido y consagrado al Señor, qué solitaria parecía mi vida al tratar de continuar mis trabajos sin su ayuda, pero nuestro Padre celestial nunca nos falta y Él fue mi consuelo y sostén. Recibí muchísimas visitas y cartas de condolencia y cariñosa simpatía en aquellos días, correspondiendo con mi agradecimiento a los amados hermanos, quienes procuraban consolarme y animarme a seguir adelante, contando con la presencia de mi mejor Amigo y Consejero, Jesucristo.
Al fin de marzo mis buenos amigos, señores Rhodes, me invitaron a pasar una temporada con ellos, ocupando el tiempo principalmente con una serie de reuniones y visitas, y al regresar a Valladolid el colportor, con un servidor, nos dedicamos unas semanas a trabajar en la Caseta en las Moreras, que nos dio oportunidad de despachar buen número de Biblias y prociones de las Escrituras y conversar con las muchas personas que nos visitaban.
El 19 de junio fuimos muy penosamente sorprendidos por un telegrama de Inglaterra anunciándonos que don Arturo Shallis había fallecido inesperadamente después de una operación, y pidiéndonos que comunicáramos esta triste noticia a su esposa, quien se hallaba en Castrogonzalo con su hijo, cuidando de la obra. Doña Josefina Greening se fue tan pronto como pudo a este pueblo para darles este penoso informe, y doña Elena Shallis y su hijo se dispusieron precipitadamente y marcharon a Inglaterra en seguida para estar presentes en el entierro, el segundo de este año.
Un servidor también salió más tarde para Inglaterra para pasar una breve estancia con la familia de mi amada esposa y ver los miembros de mi familia y, al mismo tiempo, ponerme bajo tratamiento médico, porque después de lo que había sucedido en los meses pasados no me encontraba nada bien. Pronto volví a España, desembarcando en La Coruña, pasando unos días muy agradables con los señores Payne, y llegando a Valladolid el 14 de septiembre, hallando todo bien.
Mientras los señores Clarke habían tomado posesión de mi casa, dejándome el despacho y dormitorio y permitiendo que tomara mis comidas con ellos. Este arregló resultó muy satisfactorio y así seguimos tres años, hasta que se vieron obligados a volver a Inglaterra.
Al llegar las Ferias Anuales en septiembre, otra vez establecimos la Caseta Bíblica, y durante esta temporada de tres semanas tuvimos mucha ayuda de nuestros consiervos, con resultados muy favorables, hasta de los mismos feriantes nos fueron favorables y amistosos.
En octubre me fui a Benavente y, encontrándome con tan buenos amigos y colaboradores con don Audelino González y don Ventura Vidal, pudimos dar algunas conferencias con numerosos simpatizantes; más tarde llegó don Gabriel Bermejo, quien ya ocupaba el puesto del inolvidable señor Shallis en esta comarca, y todos pudimos visitar Castrogonzalo y Fuentes, tratando así de fomentar la obra. Después de volver a casa nos hizo una breve y provechosa visita don Percy Buffard, y en diciembre nos prestaron la ayuda de su presencia don Gabriel y don Vicente, predicando el Evangelio en nuestro Aniversario. Luego terminamos el año celebrando el consabido culto de vigilia con acciones de gracias y alabanzas a Dios y mensajes alentadores para el Nuevo Año...”


Continuará

Foto: Federico Gray y su esposa Florencia (Año 1924)

lunes, 3 de octubre de 2011

XVIII CONFERENCIA ANUAL DE MADRID. (Octubre de 1.964)

Seguimos “rescatando” reseñas de lo que fueron las famosas conferencias de Octubre en la iglesia de Trafalgar, 32 (Madrid). En esta ocasión presentamos la XVIII Conferencia según reseña aparecida en la revista “Edificación Cristiana”, en fecha de septiembre-octubre de 1.964:

“La decimoctava conferencia no es ya un programa a cumplir, sino que es objeto de crónica y comentario de quienes habiendo asistido, vueltos a sus lares cuentan en sus casas e iglesias lo que han visto, oído y sentido. Porque, ver a los santos congregados, oir la Palabra, y sentir profundamente la presencia del Señor, son tres experiencias que resultan de promover la vida espiritual, en aplicación de sencillos postulados nuevo-testamentarios, “Juntos”, “La Palabra”, “El Señor”, todo ello envuelto en un espíritu de oración.
Cuatro días, amén del culto de Apertura y Bienvenida, de apretado trabajo espiritual. Sería excesivamente extenso reseñar todo este trabajo en su precioso detalle, ya que todas las actividades y cultos de la Iglesia, tuvieron su lugar y hora. Obreros del Señor y Ancianos de las asambleas, en cálidos cambios de impresiones sobre la Obra y su desarrollo en España, reuniones de juventud, se Señoras y Señoritas, Predicación de la Buena Nueva, Ministerio de la Palabra, Estudio Bíblico, Escuela Dominical y Culto de Adoración.
Creemos que la conferencia toda se ha movido alrededor del sencillo y a la vez sólido bloque de doctrina ministrada en el Estudio Bíblico, estructurado esta vez en el grave y reflexivo texto de la Epístola a los Efesios.
Nuestras mentes renovaron, con la claridad de las ideas expuestas con orden y vigor, por D. Fernando Pujol, la firme convicción de una “Iglesia elegida en Cristo”.El crecimiento y el Ministerio en la Iglesia” son temas que en la Epístola a los Efesios tienen una diafanidad tal que cualquier incorporación de conveniencias episódicas, a través de los siglos y las civilizaciones, queda evidente en seguida como cuerpo extraño e inconveniente. Don Ernesto Trenchard dirigió la atención de nuestras mentes hacia el contenido elemental e incontrovertible del texto paulino. La parte práctica de la epístola, desglosada en dos extensos y ordenados estudios, a cargo de don Pablo Wickhan y don Eric Bermejo, titulados: “La iglesia de los Hijos de Luz” y la “Iglesia Militante”, dejó una impresionante evidencia de la necesidad de mantener estrechamente vinculada la dirección vital de nuestros actos, al repertorio de nuestras convicciones cristianas, confiando en la guía y poder del Espíritu Santo.
No podemos por menos que dar gracias al Señor por su cuidado al levantar en estos cuatro días un monumento (en el más estricto sentido de esta palabra) de clara amonestación y amoroso estímulo.
Los reportajes, como siempre, movieron las corrientes de simpatía hacia zonas, grupos y situaciones, que algunas veces olvidamos, pero que si anotamos cuidadosamente merecen ser tenidos en cuenta en oración ante el Trono de la Gracia.
... Y entrelazándolo todo, el abrazo, el apretón de manos, la mirada gozosa de gente que se saluda sabiendo que va al cielo, dispuesta mientras a dar testimonio de la salvación que es en Cristo Jesús, viviendo santa, justa y píamente, esperando la manifestación del Gran Dios y Salvador nuestro. Amén.”


Foto: Coro de Trafalgar.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Reportaje de la XVII Conferencia anual de las iglesias de Duque de Sesto y Trafalgar. (1.963)

Reseñamos un extracto de la noticia aparecida en la revista “Edificación Cristiana” (Oct-Dic. de 1.963) sobre estas “históricas” conferencias:

“... Para aquellos que no pudieron estar con nosotros, diremos que este año hemos “batido” todas las marcas de asistencia... ¿Cuál era el ambiente de apertura? Nos preguntamos ahora que vemos las reuniones ya terminadas... Podemos asegurar que en todos había un profundo y sincero deseo de que el Señor fuese honrado y alabado or su pueblo allí reunido, a la par que todos edificados para sentir en nuestras vidas el tema general de nuestra Conferencia...
Mirando hacia atrás, y en justo reconocimiento de su servicio al Señor, tuvimos que hacer mención de aquellos que nos han precedido en el camino de la fe y que en Conferencias anteriores estaban con nosotros, don Juan Biffen, señor Casado, don Mariano S. León, y al contemplar la mies y considerar sus necesidades, sólo pudimos decir como Pedro: “Señor, tú conoces todas las cosas...”
Las sesiones de la Conferencia estaban divididas cada día de manera que tuviésemos, en primer lugar, en cuanto a los cultos de la tarde se refiere, una palabra de saludo y breve reportaje de uno de los hermanos visitantes, seguida después por la exposición del mensaje del Evangelio para las almas inconversas, finalizando después con meditaciones de ministerio de la palabra sobre aspectos prácticos de vida Cristiana Victoriosa.
Por la mañana, el rico manjar de los Estudios Bíblicos, con los sencillos temas de SACERDOTES, REYES y EMBAJADORES, que nos llevaron a las profundidades de la Palabra, poniendo ante nosotros aspectos tan sublimes de lo que somos y seremos por la gracia de Dios obrada a nuestro favor en Jesucristo, los cuales fueron desarrollados por los siervos de Dios, señores Bermejo, Trenchard y Pujol, respectivamente.
El Evangelio se proclamó con claridad manifiesta, oímos su sonido dulce que evocaba en nosotros aquel día cuando llegó a nuestros corazones y aceptamos a Jesús como nuestro personal Salvador. La semilla fue sembrada. ¿En qué proporción será el fruto...? Dios lo sabe.
La palabra de ministerio para los creyentes corrió con agilidad y apenas sin percibirlo la sentíamos dentro de nosotros, obrando en nuestras vidas, mostrándonos con sutileza el camino que debemos seguir para poder alcanzar esa victoria que ya está ganada por Jesús y que es nuestra en la medida de nuestra VIDA REAL CON CRISTO. Los siervos señores Guerola, Federico, Wickham y Puente nos llevaron sobre los temas DEDICACIÓN, SEPARACIÓN, SANTIFICACIÓN y REPRODUCCIÓN, respectivamente.
El día 12 por la mañana celebramos la Reunión Especial de la Juventud, con la participación del elemento joven, en plena actividad durante los días de conferencia, que nos reclamaron para sí un día. Aparte de la intervención de los cuartetos, coros, la parte principal fue a cargo de nuestro hermano Ernesto Trenchard...
... El domingo, día 13, en el Culto de Comunión, en la Capilla “literalmente abarrotada”, adoramos y bendecimos a nuestro Dios, recordando la Obra de expiación de Jesús a nuestro favor en la Cruz del Calvario, seguido de una palabra de fiel siervo de Dios don Edmundo Woodford.
Por la tarde, la tradicional Reunión de Reportajes, donde en poco más de dos horas tuvimos que recorrer la geografía hispana y tratar de conocer algo de la Obra en otros lugares... Todos sentimos en nuestros corazones la gran necesidad, “la mies es mucha”, y de cada uno y de todos en general salió un ferviente clamor y petición –“SEÑOR, ENVÍA OBREROS A TU MIES”- Por unos instantes hemos logrado salir de nuestra región y sentirnos más españoles al compartir con el norte y con el sur sus problemas, con el este y el oeste sus inquietudes y las hemos hecho nuestras. ¡Así sea y que perdure por mucho tiempo este sentimiento!
En las reuniones matutinas de Ancianos y Obreros el Señor ayudó frente a todos los temas tocados, básicos para la vida del pueblo de Dios, y nos hizo ver la gran necesidad de “volver a las fuentes” para sacar de allí el “agua viva” para nutrir y dar vida al pueblo de Dios, y el sentir de todos los reunidos, viendo la responsabilidad de cuidar del Pueblo de Dios, lo podemos resumir en las palabra de Salomón en 1º de Reyes 3:9 “Da, pues, a tu siervo corazón entendido para gobernar a su pueblo, para discernir entre lo bueno y lo malo...”
Han sido días ricos en bendiciones de Señor, saboreando la bondad del Señor para con su pueblo, y al tiempo que miramos hacia atrás también fijamos la mirada en otro año, por si en su voluntad podemos llegar a él y tener otra nueva experiencia.
¡Tú, Señor, para siempre eres Altísimo!”


Fdo.- Luis Roldán

lunes, 19 de septiembre de 2011

En memoria de don Mariano San León. (1.898 – 1.963)

“En estos momentos en que hemos de coger la pluma para recordar al fiel hermano y querido amigo, escritor castizo y poeta cristiano, artista y maestro, evangelista y doctor de la Palabra divina, acuden a mi memoria aquellos versos del también poeta vallisoletano: “... que toda vida es sueño –y, los sueños, sueños son”.
¿No seremos víctimas de horrible pesadilla? ¿Es posible que haya desaparecido el entrañable Mariano? Así ha sido.
“Jehová dio, Jehová quitó: Sea el nombre de Jehová bendito”.”No os entristezcáis como los que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en Él”. “Estimada es en los ojos de Jehová la muerte de sus santos.” Cuando “el vivir es Cristo, el morir es ganancia”. “Estar con Cristo es mucho mejor.”

A raíz de mi conversión –verano de 1.919- hice una visita a Valladolid. Buscando la Capilla Evangélica di con D. Federico Gray, quien me puso en contacto con Juan, hermano de don Mariano, a quien me llevó a visitar, pues se hallaba enfermo. Hice amistad familiar con ellos, que el tiempo sólo ha conseguido acrecentar. Su casa fue nuestra casa; la nuestra, fue la suya. En nuestra casa pasó, con su también finada esposa, la luna de miel.
Corazón joven hasta el fin de sus días, nunca le vi apartarse de los caminos del Señor. Pasó por pruebas duras, pero las superó mirando a Jesús, el tierno y amado Salvador, a lo invisible, como Abraham. Sabía que Él puede ocultar cielos distantes, pero que nunca falta Su oportuna ayuda.
Educado en los Colegios Evangélicos, juntamente con sus hermanos María y Juan, allí conocieron el Evangelio y fueron convertidos, viniendo Mariano a ser en seguida fiel colaborador de los misioneros Sres. Gray, para lo cual adquirió el título de Maestro de Primera Enseñanza.
En los colegios y en la iglesia fue un verdadero puntal. Si había que aguantar tempestades allí estaba él. Si se necesitaba remar con los demás, remaba. Era persona en quien D. Federico y Dª Florencia sabían que podían confiar.
Al lado de los Sres. Gray se formó intelectual y espiritualmente. Con ellos se encariñó con nuestra cultura tanto artística como literaria, de la cual eran francos admiradores. Nuestra cultura, tan influenciada por el Evangelio en aquel Siglo de Oro, al que Azorín llamó “Una hora de España” y no más a causa de la intolerancia religiosa. Mariano lo sabía bien. Había andado en las huellas de aquellos mártires de la Inquisición que en su ciudad sellaron su fe con su sangre. “¡Huellas amadas!” creo que era el título de una obra en proyecto. De ellos adquirió una visión mundial del Campo Misionero. Con Dª Florencia trabajó en el estudio del gran Evangelista Pablo Kanamori, por un periodo de su vida anquilosado por el Modernismo, y de Pandita Ramabi, la noble cristiana hindúe. Algo escribió sobre ellos, no recuerdo si en “El joven cristiano”, una de cuyas portadas también dibujó.
Su formación la puso al servicio del Evangelio lo mismo si cogía el pincel que si empuñaba la pluma o hacía uso de la palabra.
Nos regaló un texto bíblico como recuerdo de boda, que revela lo que era capaz de hacer. Otros muchos hizo que son un alarde de buen gusto y de expresión evangélica. Pero muchos más ejecutaron, bajo su dirección, su millares de alumnos, llevando así un rayo de luz, un mensaje del amor de Dios a otros tantos hogares, donde habrán hecho incalculable bien.
¿Qué diremos de su pluma? Sus cartas, sus artículos –tanto los publicados con su firma como con seudónimo “León Herrezuelo” –y, sobre todo, sus himnos y poesías, estamos seguros de que un día se recogerán, y, debidamente ordenados, se publicarán para bien del Evangelio. Con D. Federico Gray colaboró en la selección y adaptación de nuestro actual Himnario Evangélico, que tanto éxito ha tenido. Él dibujó la portada de nuestro Almanaque Evangélico “Luz y Vida” y mucho del texto suyo fue, pues colaboraba donde se le solicitaba siempre que fuese cuestión del Evangelio.
Los Colegios Evangélicos hubieron de cerrarse al estallar la Guerra Civil. Poco después se le encomendó a la Obra. Para mí fue una mera fórmula porque la obra la venía haciendo desde más de treinta años atrás, ayudando consagradamente a D. Federico y Dª Florencia, tanto en los Colegios como en toda la labor de la Iglesia y en la evangelización.
Como Obrero evangélico deja un hueco difícil de llenar y una pauta a seguir. Detestó el “profesionalismo” pastoral. Pensaba que el obrero había de hacer la obra de evangelista y, si se quiere, la de maestro itinerante. Su parroquia abarcó a toda España. Su visión del Campo, al mundo entero. La labor de cada día, pensaba él, debe ser realizada por los ancianos y diáconos de la iglesia.
Cuando en septiembre estuvo por última vez en León fue de regreso de una gira por Galicia, tras atender las Clases Bíblicas de Villar, donde deja un puesto bien difícil de llenar.
En las conferencias Anuales de Madrid, igual que en las de Barcelona, su colaboración se había hecho imprescindible, y se veía que era fruto de escudriñar continuamente la Palabra de Dios y dialogar y pelear con Él en oración.

Los obreros se relevan, la Obra permanece.
¡Señor!: Te damos la gracias por la labor del siervo que tuvimos entre nosotros y a quien Tú promoviste a un servicio superior, pidiéndote que suscites a quien haya de ocupar su puesto. ¡La mies es tanta!...”


Fdo. Audelino G. Villa
(Revista “Edificación Cristiana”, marzo-abril de 1.963)

lunes, 12 de septiembre de 2011

Doña Adelaida Turrall está con el Señor. (1.868-1.960): “Una madre en Israel”

Doña Adelaida Turrall, que fue llamada a su Hogar celestial el día 27 de diciembre de 1.960, bien mereció esta hermosa calificación aplicada a Débora en Jueces 5:7. Durante 71 años sirvió al Señor en España, pasando 60 de ellos en la compañía de su difunto esposo, don Enrique Turrall, de feliz memoria. El matrimonio tuvo sólo una hijita, que murió a los pocos meses de nacer, pero los siervos del Señor consideraron como “hijos” suyos los hermanos y hermanas de varias generaciones en la iglesia de Marín que se habían entregado al Señor durante el curso de su ministerio. Doña Adelaida tenía una aptitud especial para llevar a personas interesadas a una decisión personal, fijándose siempre en quienes se habían conmovido por la Palabra durante los cultos. Luego cuidaba como verdadera madre de los “niños espirituales” durante el desarrollo de su nueva vida.
La sra. de Turrall nació en Birmingham, Inglaterra, el día 14 de febrero de 1.868, y desde muy joven se dedicó al Señor. Antes de cumplir veinte años, los Ancianos de su asamblea le pidieron que se encargase de la clase bíblica para las jóvenes, y en el año 1.889 fue encomendada a la obra misionera en España. Primeramente colaboró con los señores Payne en la Iglesia de Gracia, Barcelona, y pronto pudo tomar a su cargo la clase mayor de las jóvenes, de las cuales varias llegaron a convertirse y ser bautizadas.
Don Enrique Turrall había de ir a Vigo, pero antes pasó una temporada en Madrid, y creo que fue allí donde se encontraron los futuros esposos, y se prometieron, hallando la expresión bíblica de sus anhelos en los textos: “Engrandeced a Jehová conmigo...” “Ensalcemos su Nombre a una...”, textos que después adornaron las paredes de su comedor.
Se casaron en el año 1.892, y el año siguiente formaron su hogar en Monforte de Lemos, un centro que prometía bastante en aquellos días, y desde donde extendieron su ministerio a varios pueblos de la comarca.
En 1.897 fueron llamados a Vigo, donde establecieron una verdadera “escuela de los profetas” en la calle Carral, recibiendo y preparando a jóvenes encomendados a la Obra. Todos sus “discípulos” de aquellos días llegaron a destacarse en la Obra del Señor, ya en América, ya en España.
En el año 1.900, los señores Turrall se trasladaron a Marín, que llegó a ser su base hasta su llamamiento al Cielo, aparte unos años, desde 1.904 a 1.907, cuando viajaron bastante por el país, prestando ayuda donde se necesitaba.
En Marín, los destacados dones del señor Turrall en el pastoreo y en la enseñanza bíblica fueron medios para establecer una iglesia numerosa y fuerte. Doña Adelaida halló su esfera especial en la clase bíblica, que llevó por 40 años, y en las visitas a las hermanas. Durante un corto periodo estableció un dispensario con la ayuda de doña Alicia Condé, y se gozaba mucho en prestar su ayuda a su marido cuando éste extendía sus operaciones a puntos como Villar y Moraña. Muchas de las mujeres de tales sitios se acuerdan aún de la bendición que recibieron por medio de su celo y fidelidad.
Cuando iban faltando las fuerzas físicas, se dio más aún a la oración y al estudio de la Palabra, y durante las últimas semanas de su vida, temiendo que quizá no podría leer la Biblia siempre, se dedicó a aprender más textos de memoria, para poderlos meditar y luego pasar a otros el beneficio recibido. Sin duda las bendiciones recibidas en Marín deben mucho a sus intercesiones, ya que solía orar sistemáticamente por todas las familias evangélicas. Entre éstas sus últimas preguntas a don Isaac Campelo: “¿Se ha convertido el joven X? ¿Qué tal sigue espiritualmente el hermano Y?”.
Durante una de sus vacaciones en Inglaterra puso delante de dos jóvenes, que ya se sentían llamados a una obra especial por el Señor, las necesidades de España, y de estas conversaciones, directa o indirectamente, surgieron los llamamientos definitivos a la Obra del Señor aquí, de don Juan Biffen, don Arturo Chapel y el que escribe.
El dolor de la pérdida en presencia física de su querido esposo en el mes de mayo de 1.953, no menguó su celo por la Obra de Dios en Marín, ni su amor por la amada iglesia.
La numerosa concurrencia al culto fúnebre, a cargo de don Isaac Campelo en la capilla, y al de don Cecilio Fernández en el cementerio, puso de manifiesto el respeto y el amor de los cuales gozaba nuestra hermana. Otra sierva del Señor ha ido a su reposo, bien recordada por sus “obras de amor”.

Edmundo Woodford
(Revista “Edificación Cristiana”, mayo de 1.961)

martes, 6 de septiembre de 2011

Un penoso vacío: El Señor ha llamado al querido don Juan. (1.893-1.960)

"La llamada a la Casa Celestial de nuestro amado don Juan Biffen ha dejado un penoso vacío, no sólo en los corazones de sus seres queridos y de sus muchos amigos, sino también en la Obra del Señor en toda España.
Nacido en Londres, y criado en el seno de una familia evangélica y misionera (pues dos de sus hermanas salieron a la obra en África), se convirtió jovencito y dedicó su tiempo libre a la predicación del Evangelio al aire libre. Se gozaba en salir en bicicleta los sábados, con un grupo de hermanos jóvenes, con el fin de evangelizar los pueblos cercanos. Se entusiasmaba además por los estudios misioneros que se llevaban a cabo en aquel entonces y fue en una conferencia misionera donde oyó el llamamiento del Señor para ir a España. Por el verano del año 1.919, doña Adelaida, esposa de don Enrique Turrall, de Marín, se hallaba en Inglaterra, sintiéndose muy preocupada por la necesidad de refuerzos para Galicia, ya que en diez años no había llegado ningún hermano para colaborar en la Obra. Sin conocer al joven al lado del cual estaba sentada a la mesa, fue guiada por el Señor a preguntarle si había pensado en España como campo de trabajo: pregunta que inició un periodo de meditación, que llevó a don Juan a creer que de veras Dios le había llamado a nuestro país. Pocos meses después, en circunstancias parecidas, habló con el que suscribe, que también le era desconocido, y al principio de 1.920 los dos “reclutas”, dando por cierto que Dios nos llamaba, nos hallábamos en Marín ocupados en aprender el idioma –y tantas otras cosas- por la palabra y el ejemplo del veterano y tan dotado siervo de Dios, don Enrique Turral. Pronto después se juntó con nosotros don Arturo Chappel, de tal feliz memoria, para ocuparse de la Obra en Marín y sus alrededores. Don Juan se casó al fin de aquel año, y en 1.921 se trasladó con doña Margarita a Gijón, donde recogió a bastantes hermanos esparcidos y edificó la capilla, en 1.927. Quedó allí, pudiendo abrir puertas en varios pueblos, hasta el año 1.936 cuando, muy a pesar suyo, tuvo que salir con los suyos de una zona de peligro, pasando a Inglaterra.
Con el pensamiento fijo siempre en España, de acuerdo con don Ernesto Trenchard y otros hermanos, hizo planes para hospedar en “Moorlands” en Inglaterra a bastantes hermanas con sus hijos que tuvieron que salir de España a causa de la guerra. En el año 1.939 volvió a su casa y obra en Asturias, pero pronto sintió la llamada del Señor a Madrid. La antigua capilla en calle Trafalgar estaba en peligro de derrumbarse, y con el apoyo moral y la ayuda económica de don Germán Sautter, emprendió la imponente tarea de levantar el edificio actual. Como hombre de fe que era, no vaciló ante las grandes responsabilidades, ni ante las dudas de bastantes hermanos, y es gracias a su esfuerzo y empeño que la iglesia de la calle Trafalgar debe su amplia y hermosa capilla, inaugurada en el año 1.947. Podría decir, como Wren, el arquitecto de la Catedral de San Pablo, en Londres: “Si queréis monumento, mirad alrededor”.
En sus primeros tiempos en España, hizo un recorrido por el Sur antes de llegar a Galicia, y nunca perdió su interés por aquella zona. Durante la última parte de su vida fue su constante afán visitar y aconsejar aquellos grupos que se habían quedado sin obreros. Desde Cartagena hasta Huelva se interesó en la adquisición de capillas, animando a la vez a las iglesias por sus sanos consejos. No descuidó la obra en Madrid, y por sus muchas salidas los hermanos aprendieron a desarrollar sus dones y sentir mayor responsabilidad propia. El Señor bendijo mucho la Obra en la capital entre jóvenes y mayores, y él quedará “siempre recordado por lo que ha hecho”, con la colaboración de todos los hermanos que le amaban.
Al final de la guerra mundial nos hallamos juntos en Vigo, ya que se realizaba un viaje especial con autoridad para abrir varias capillas cerradas. “Me llaman Juan –dijo-, pero debieron llamarme Pedro, porque tengo las llaves.”
En su último viaje a su país descansó poco, dedicándose a abogar por varios fondos especiales para el adelanto de la Obra, y despertar interés en ella. Se sentía lleno de salud hasta seis semanas antes del fin de su carrera, y seguía incansable en su ministerio hasta que de repente se descubrió en su esófago el cáncer que dio fin a su vida antes de ser posible ninguna intervención quirúrgica.
Su viuda cuenta un rasgo característico de él en el hospital. En una de las camas de la sala se hallaba un jovencito gravemente enfermo, y al ver a don Juan leer su Biblia le rogó encarecidamente que le enseñase a orar, ya que temía morir. Arrodillado al lado de su cama, él tuvo la satisfacción de llevar al joven a Cristo, y éste, a los pocos días, murió confiado y feliz: la última alma, de las muchas que le darán las gracias en las “moradas eternas” por su testimonio fiel.
Sí; ha dejado un vacío que difícilmente se puede llenar, pero el Señor sigue preguntando: “¿A quién enviaré? Y ¿quién irá por nosotros?” “¿No habrá quien diga: “Heme aquí; envíame a mí?"



Edmundo Woodford


(Revista “Edificación Cristiana”, enero de 1.961)

martes, 30 de agosto de 2011

Erich Sauer, enseñador de las iglesias. (1.898-1.959)




Los libros de Erich Sauer han sido de mucha bendición a lo largo de los años y tienen su sitio en el Archivo Histórico. Como es muy difícil encontrar datos biográficos de este teólogo y escritor (más aún en español) insertamos a continuación una reseña que se publicó en la revista "Edificación Cristiana" en octubre de 1.959 con motivo de su fallecimiento:





(Publicamos a continuación el testimonio que da nuestro hermano Herr Ernest Schrupp, de Wiedenest, de quien fue su amigo y colega por muchos años, el conocido enseñador bíblico Erich Sauer, ya con el Señor.)

“El día 31 de diciembre de 1.958, Erich Sauer había cumplido los sesenta años, y dos meses más tarde, el día 25 de febrero de 1.959, el Señor le llamó a su presencia. La vida de Sauer es un testimonio elocuente de lo que la gracia de Dios puede hacer en la vida de un hombre que abre su corazón libremente a su poderosa operación.
Según su propio testimonio, el texto “Te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos”, que le citó un hermano en su juventud, llegó a ser de manera especial el norte de su vida. Anteriormente había sentido profundamente la influencia de su madre, a quien siempre recordaba con honda gratitud, y el desarrollo de la vida interior del hijo se relacionaba íntimamente con la de la madre. Ella era miembro de la “Fraternidad cristiana” que se reunía en el Hohenstaufenstrasse de Berlín, siendo esta asamblea la que patrocinaba la formación de la Escuela Bíblica en 1.905: institución que luego se trasladó a Wiedenest en 1.919. Muchos destacados siervos de Dios, de varios sectores de la verdadera Iglesia; entraban y salían durante unos años de bendición y de avivamiento, y sus personalidades y ministerio dejaban honda huella en el alma tanto de la madre como del hijo, quienes nunca se olvidaron del lema esculpido en la Sala: “Todos vosotros sois uno en Cristo Jesús”. Al mismo tiempo las visitas de muchos misioneros despertaron en ellos un profundo interés en la obra misionera.
Erich Sauer fue ayudado también por la Escuela Dominical, y un poco antes de cumplir catorce años, entregó su vida al Señor. Desde aquel momento crucial dedicó su vida al estudio bíblico intensivo, asistía con entusiasmo a los cultos, y empezaba a dar un claro testimonio en el colegio, en la calle y en la asamblea. Un poco después de su conversión, al escuchar unos informes dados por un misionero procedente de China, se sintió llamado a servir al Señor de forma especial, y, a pesar de muchos conflictos interiores después de aquel momento, nunca perdió de vista este llamamiento. Asistía al Instituto de segunda enseñanza, y más tarde siguió sus estudios en Historia, Inglés y Teología en la Universidad de Berlín. Siempre agradecía los sacrificios de su padre, quien, a pesar de su exiguo salario, hizo posible que su hijo tuviera tales privilegios culturales.
Al cursar estudios filosóficos en la Universidad el joven Sauer pasó por una crisis aguda, durante la cual le entraban dudas sobre si era posible a no saber algo de Dios; pero reaccionó pronto, comprendiendo que sus dudas surgían más bien del descuido de la oración y de la comunión con el Señor. Llegó a entender por aquella experiencia que Dios no puede conocerse por la inteligencia, sino por la experiencia vivida de la fe. Después, en toda su vida, tuvo un concepto pobre de toda especulación humana y subrayó la necesidad de quedar dentro de la revelación divina, con absoluta sumisión a las Sagradas Escrituras. Así rechazaba definitivamente toda crítica negativa de la Biblia –aun moderada- bien que nadie podía acusarle de oscurantismo, pues sabía que la Fe no tiene nada que temer de la investigación honrada, ni de la verdadera ciencia: que viene a ser el tema del último libro que escribió.
Por aquellos años pasó por otra crisis que había de ejercer una influencia profunda en toda su vida. De niño ya se daba en él una gran debilidad de vista y un miopía acentuada. Al llegar a la edad de trece años un oculista aconsejó a sus padres que de manera alguna le habían de destinar trabajos que dependían principalmente de leer y escribir, recomendando más bien que fuera jardinero pero Dios le tenía destinado un cometido muy diferente. Empezó sus estudios en la Universidad de Berlín a la edad de dieciocho años, pero en el primer años, como también en el cuarto, sufrió una grave hemorragia de la retina, que exigía un periodo extendido de descanso en oscuridad absoluta. Al saber que le habían recomendado una temporada en el campo, Johannes Warms, director de la Escuela Bíblica de Wiedenest, le invitó a pasarla allí. Eso fue en el año 1.920 y determinó todo el curso de su vida, pues en Wiedenest Erich Sauer halló su esfera de trabajo durante treinta y nueve años. ¡Difícil sería estimar cuánta lectura, cuánto estudio intensivo, cuánto redactar ocupaban aquellos años! Además de la obra constante de enseñanza, emprendía numerosos viajes, tanto en Alemania como en el extranjero, y todo eso se realizaba con una vista tan deficiente que en todo momento tenía que sentir su absoluta dependencia del Señor. He aquí un testimonio muy especial de la gracia de Dios que Erich Sauer dio a su generación.
En el año 1.931 vio la luz su primer libro, “El propósito y la meta de la creación del hombre”. En 1.937 aparecieron los dos tomos que se han hecho célebres en amplios círculos del campo evangélico en distintos países: “La Aurora de la Redención mundial” y “El triunfo del crucificado”, formando los dos una notable presentación de la historia de la Redención en los dos Testamentos. En el año 1.938 publicó “La nobleza del hombre”, en 1.953 “En la arena de la fe”, y en 1.955 “Desde la Eternidad hasta la Eternidad”. Varios de estos libros han sido traducidos al inglés, sueco, noruego, holandés y japonés, y hasta en las lenguas africanas, el duala y el hausa. Se preparan traducciones también en francés y español. (Nota del traductor: “El triunfo del crucificado” están imprimiéndose en México). Más de 220.000 ejemplares en total de estos libros han sido publicados, de modo que Erich Sauer no sólo ha enseñado a sus estudiantes en Wiedenest y a muchísimos creyentes por medio de sus mensajes en un gran número de asambleas y conferencias, sino que también su enseñanza ha llegado y llegará a un amplio círculo de los hijos de Dios en su forma escrita, siendo de ayuda especial para quienes ministran la Palabra.
El ministerio y la guía de Erich Sauer fueron muy bendecidos entre las asambleas de Alemania, pero no era nada sectario, y durante años prestaba su ayuda en el comité de la “Alianza” y “Conferencia” de Blankenburg, que corresponde a la Alianza Evangélica y la Convención de Keswick. Sobre todo se esforzaba por mantener una exacta perspectiva, en la que Jesucristo mismo era el único Centro. Por eso su ministerio irradiaba la luz y el gozo de las Escrituras.
Después de pasar Johannes Warms a la presencia del Señor en el año 1.937, Erich Sauer dirigía los estudios bíblicos en Wiedenest, siendo siempre para sus colegas y estudiantes un amigo paternal. Durante más de diez años ha sido mi privilegio cooperar con Erich Sauer en íntima comunión, y puedo testificar que si bien su inteligencia era notable, mayor aún era su corazón. Todo lo ponía a la disposición del Señor, y como rasgos especialmente destacados de su carácter he de mencionar su franqueza y sencillez de espíritu. Al mismo tiempo formaba pronto un criterio exacto frente a diversas situaciones y personas, lo que no impedía que irradiara siempre un ambiente amistoso, pues nadie se sentía cohibido en su presencia.
Su vida de familia fue muy bendecida, y su esposa, hija de Cristoph Koheler, el primer director de Wiedenest, era su colaborador en todo, supliendo en gran parte su vista defectuosa. Ella, la única hija Ursula y su única hermana, que tanto le ayudó hasta el fin, guardarán siempre el recuerdo de su vida radiante en el hogar.
A pesar de la dificultad de la vista, y, últimamente una enfermedad del corazón, pudo servir al Señor hasta el final de su vida. Por fin se presentó un ataque cardiaco particularmente agudo, y, de la manera considerada y afectuosa que le era habitual consolaba a su esposa e hija diciendo: “Aún si el fin viniera muy repentinamente, el Señor hace bien todas las cosas”. Fueron su última palabras, y momentos después estaba con el Señor. Ahora puede ver con perfecta claridad al Maestro que proclamaba siempre con tanto fruición y vigor. Pero nosotros echaremos mucho de menos a nuestro hermano, amigo y enseñador. ¡Que el Señor nos ayude a administrar fielmente y pasar a otros lo que nosotros hemos recibido por medio de él”