lunes, 17 de enero de 2011

“Cristianismo Real”, William Wilberforce, Casa Creación, Florida, 2007

Asociamos el nombre de William Wilberforce con su lucha, en una primera etapa contra el comercio de esclavos, y luego contra el derecho de tener en propiedad a las personas como esclavos, entre los años 1790 y su muerte en 1833. Esta lucha está aclamada por una amplia variedad de cristianos que se llaman “evangélicos”, sin darse cuenta de la amplitud del apoyo que Wilberforce tuvo que buscar entre las fuerzas políticas de su época. La campaña finalmente fue una reacción de repulsa y de indignación de muchos que no hubieran compartido todas las convicciones evangélicas de Wilberforce.
Por tanto, este libro tiene importancia por rescatar el mensaje de Wilberforce del estereotipado en el cual corre el riesgo de caerse por la ignorancia partidaria de ciertos evangélicos. El título original del libro, al estilo tan extendido de 1797 cuando primero fue publicado, es “Una visión práctica del sistema religioso prevaleciente entre cristianos profesos de las clases medias y altas de este país, en contraste con el cristianismo real”. El Dr. Bob Beltz nos rinde un servicio valioso al parafrasear en un inglés moderno los periodos agustinos del original, que otros han traducido al castellano.
El resultado es una obra refrescante, porque Wilberforce revela su faceta evangelística, rescatando la justicia de Dios de la respetabilidad mundanal, y separando los valores culturales de la llamada del evangelio. Se ve que aquí hay un siervo de Dios, utilizado en la actualidad política y social de su país, pero nunca decepcionado por aquel orgullo de raza, cultura o imagen que tantas veces ha causado el rechazo del evangelio por confundirlo con lo que hoy en día se llama “los valores occidentales”. Presenta un modelo de actualización en explicar el evangelio que marca muchas pautas aun para nosotros hoy.
La relevancia de Wilberforce al movimiento misionero que se manifestó desde Gran Bretaña a partir del tiempo de su fallecimiento, es que la proclamación, y la libertad de proclamación, del evangelio fueron consideradas esenciales para el bienestar de la sociedad. El libro nos hace recordar que fue más esencial, incluso, que los frutos de reforma social que brotaron de la convicción que el hombre vale porque es criatura de Dios y tiene un alma dentro de un cuerpo que necesita ser salvada.

Ken Barrett

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