sábado, 8 de enero de 2011

Reseña en castellano del libro "The Treasure Hunter of Santiago"

Título: “The Treasure Hunter of Santiago”, Peter Missler, (Norfolk: Durrant Publishing, 2010), pp. 210.

¿Cuántos lectores no se han sentido fascinados por la historia tan novelesca que nos cuenta George Borrow en La Biblia en España sobre aquel suizo buscador de tesoros en la Galicia de la primera mitad del siglo XIX? Y, ¿cuántos estudiosos de la obra de este autor no se han sentido intrigados sobre la veracidad de esta historia y han intentado siquiera tímidamente desentrañar la verdad de la ficción? Muchos lo han intentado sin éxito, pero ha hecho falta que, por fin, un investigador decidido hiciera un esfuerzo proporcionado, que tuviera la paciencia y perseverancia necesarias y que aplicara la sensatez y sagacidad de un buen detective para que este enigma pudiera llevarse a buen puerto.

Recordemos brevemente los datos tal como nos los cuenta Borrow en el primer encuentro que tiene en Madrid en el año 1836 con Benedicto Mol, que así decía llamarse (Capitulo XIII, La Biblia). Era suizo de Lucerna, había pertenecido a la guardia valona al servicio del rey de España y había vivido en España desde hacía 45 años. Había participado en la Guerra de la Independencia treinta años antes, y cuenta que, un compañero de armas, también de la guardia valona, en su lecho de muerte, le había confesado que él, junto con otros dos soldados ya muertos, “había enterrado en cierta iglesia de Compostela un gran botín traído de Portugal. Consistía en moidores de oro y en un paquete de diamantes de Brasil, muy gruesos, encerrado todo ello en una olla de cobre”. Como le dice a Borrow, encontrar este tesoro era su meta en la vida, ésta era la razón por la que había permanecido en España. Este capítulo, termina con un largo párrafo que, a nuestro entender, merece reseñarse: “He referido con todo cuidado la anterior conversación, porque en el curso de este relato haré frecuente mención del suizo; sus aventuras subsiguientes fueron de lo más extraordinario y la última de todas causó gran sensación en España”. Borrow nos hablará de este singular personaje hasta cinco veces más a lo largo de su obra.

En este ensayo que tenemos entre manos, existe un primer plano que podríamos definir como el sueño de Benedicto Mol; en segundo lugar, Borrow nos aporta su propia versión, su relato sobre los mismos hechos, y, finalmente, el Sr. Missler, con su capacidad analítica como investigador, pone ante el lector una serie de documentos de la época extraídos de los diferentes archivos a su alcance, reproduce noticias de periódicos, nos da opiniones de los actores e interpreta sus comportamientos y, en suma, acumula toda una serie de datos de carácter objetivo, logrando que el resultado final adquiera visos de verosimilitud, y pone, diríamos, las cosas en su sitio. Muy bien puede decirse que este último ángulo es un tirón de pies a las versiones de Mol y Borrow, un poner a ras del suelo las dos versiones primeras. Estos tres planos del ensayo del Sr. Missler se entrelazan, se imbrican, se mezclan y se contrastan entre sí constantemente, pero, al mismo tiempo, se hallan también engarzados con firmeza y exactitud en un marco superior que es el de la Historia con mayúscula. Porque este ensayo tiene ingredientes de la novela de aventuras, de la novela de misterio, y de la ficción detectivesca entre otros, pero sobre todo, es una soberbia lección sobre los acontecimientos históricos de la época.

En el capítulo 4, “Of Truth, Mistrust and Treasure Hunts” (De verdades, desconfianza y buscadores de tesoros), sin entrar todavía en los detalles, el autor nos da a grandes trazos su opinión sobre Benedicto Mol, juzgando su actuación y su credibilidad como persona. Del mismo modo, ahonda en la elaboración del relato de Borrow, centrándose finalmente en la valoración de sus fuentes. No faltan tampoco ideas muy sensatas sobre las creencias populares sobre la existencia o no de tesoros escondidos. En sus propias palabras, “Mol has all the looks of a small-time swindler” (Mol tiene toda la apariencia del timador de poca monta), y su historia “it was a small masterpiece of deceit” (era una obra maestra del engaño). En cuanto al modus operandi de Borrow, el autor coincide con Richard Ford, Manuel Azaña, y no hace tanto, Angus Fraser entre otros, quienes están de acuerdo en poner en duda su fiabilidad. Así, el Sr. Missler nos dice, “Borrow is a tricky author for philology to tackle. At heart, his works belong to non-fiction and even to autobiography, yet the stories he tells are often too good to be true too weird to be real” (Para los filólogos, Borrow es un autor difícil de catalogar: En el fondo, sus obras pertenecen a la literatura no novelesca o incluso a la autobiografía y, sin embargo, sus relatos son a menudo demasiado verídicos como para ser creíbles o demasiado extraños como para haber ocurrido). No pretende ser totalmente ser fiel a la realidad, a emular el retrato fotográfico, lo que Borrow hace es componer, crear, pero sin perder nunca de vista ni desviarse en exceso del personaje, asunto o tema que le ocupa en ese momento. Parece que Borrow se afirma en esta idea en el párrafo citado más arriba posterior al primer encuentro que tuvo con Mol. Allí decía: “…porque en le curso de este relato haré frecuente mención del suizo…” Estas palabras auguran el papel puramente literario que este episodio iba a tener en su obra.

A partir de este momento, el Sr. Missler hunde su escalpelo en los elementos centrales de este episodio para desmontarlos con meticulosidad y precisión. Comienza con los encuentros de Borrow con el suizo de Lucerna, demostrando en el proceso que dos de ellos difícilmente pudieron ocurrir, porque ambos son elementos meramente pertenecientes a las construcción novelesca de Borrow: el de Santiago, cuando Mol, Borrow y Rey Romero (librero de la ciudad) conversan juntos, es evidente que no tuvo lugar porque si no éste último no hablaría de “el suizo” en los términos que lo hace en una carta enviada a Borrow cuando más tarde le relataba el encarcelamiento de Mol (para ser más exactos, Rey Romero habla del “alemán” y no del “suizo”). En cuanto al segundo encuentro en Oviedo, tampoco es muy plausible porque las peripecias que Mol vive hasta llegar a esta ciudad, parecen “a carbon copy” (un relato calcado) de las que le ocurrieron a Borrow cuando hizo el mismo recorrido, y que el encuentro añade poco o nada a lo ya conocido. Puede decirse que si esta carta que acabamos de mencionar de Rey Romero no hubiera existido, se podría sostener que Borrow ni siquiera conoció a Mol. No fue así desde luego, pero Borrow obtuvo gran parte de la información que tiene sobre los diferentes aspectos del catastrófico final de este episodio de una fuente felizmente descubierta por el autor de este libro que comentamos. Hablamos de los artículos que el Eco de Comercio de Madrid publicó a raíz del sonado fracaso cuando el tesoro de Santiago demostró ser una falacia. En su correspondencia desde España a la Sociedad Bíblica de Londres no hay ninguna mención sobre Mol. Es evidente que, desde su retiro en Oulton, cuando confeccionaba su obra maestra, tenía ante sí estos artículos del Eco. Tampoco el nombre de Benedicto Mol aparece en ninguna de las fuentes utilizadas, salvo en el relato de Borrow. En ellas se habla siempre de “el suizo”, pero sin nombre alguno. El Sr. Missler hace una conjetura muy válida y muy curiosa de cómo pudo concebir Borrow tal nombre.

En cuanto al “sueño” de Mol hay en él tantas inconsistencias que sería harto prolijo enumerarlas todas en este breve ensayo. ¿Era su padre el verdugo de Lucerna?¿Había pertenecido a la guardia valona o era un soldado de las tropas napoleónicas? ¿De dónde provenía el tesoro, de Portugal o era parte de la rapiña obtenida por el ejercito de Ney durante su estancia en Santiago? ¿Estaba enterrado en la iglesia de San Roque o en el hospital adyacente? El autor se adentra con maestría en la Historia de la época, en los movimientos de tropas de los españoles, ingleses y franceses, en todos los avatares y detalles que van demostrando paso a paso que el sueño de Mol fue lo que fue: una invención suya, que con el paso del tiempo, acabó creyéndosela él mismo. Porque si no, ¿cómo podría haber convencido al mismísimo Ministro de Hacienda en Madrid, Alejandro Mon, de que esta aventurada empresa tenía alguna probabilidad de ser real?

En aquel agosto de 1838 se llevan a cabo las obras de excavación en el hospital de San Roque con el resultado conocido: en lugar de un tesoro se encuentra una letrina maloliente. El autor hace una reconstrucción detallada de la excavación; La escena tiene aires de tragedia y el protagonista y las autoridades se enfrentan al fracaso y a la ira de la muchedumbre concentrada alrededor. Ahora se hace patente que la credulidad de las autoridades había sobrepasado los límites de lo razonable. El suizo acaba con sus huesos en la cárcel y este episodio precipita la caída del gobierno, de por sí ya entonces bastante desacreditado. Este episodio es un buen recordatorio de la locura de unos y otros, en particular de aquellos en las altas esferas que, por su posición y responsabilidad deberían ser más juiciosos. Así las cosas, no obstante lo sucedido, lo que sorprende realmente es que la historia se repita unos años más tarde con prácticamente los mismos actores. Es como si para demostrar que los seres humanos somos los únicos animales que tropezamos una y otra vez en la misma piedra, había que cometer una vez más el mismo error. Pero mantengamos el suspense hasta el final: el lector deberá concluir la lectura de este interesantísimo libro para ver por sí mismo el desenlace de otra no menos alocada historia.


Antonio Giménez Cruz

Antonio Giménez Cruz fue profesor por muchos años en los EE.UU. y es un conocido escritor en temas de George Borrow y Richard Ford y la historia de España entre 1800 - 1850.

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