lunes, 28 de noviembre de 2011

Visita a la biblioteca y archivo de Rodolfo González en Zamora.

"Rodolfo González Vidal, anciano de la asamblea de Hermanos en Zamora, guarda en su casa una de las mejores colecciones de Biblias en castellano y de libros religiosos. Éstas llenan casi todos los cuartos de su vivienda, juntamente con un amplio archivo de correspondencia sostenida durante su servicio del evangelio en las iglesias locales de la región, en los GBU, la AEE etc. etc. Él es continuador de la colección que empezó su padre, Audelino González , iniciado sin duda por el abuelo Ventura Vidal, uno de los colportores de la región, originario de Jimenez de Jamúz, León.
La colección de Biblias traza las versiones, tanto Católicas como Protestantes, que se han editado desde 1769, cuando la Iglesia Catolicorromana permitió oficialmente por primera vez la edición de las Escrituras en lengua vernacular. Las ediciones del Nuevo Testamento de las Sociedades Bíblicas que se publicaron para circularlas en la Península Ibérica, incluso antes de las actividades de Jorge Borrow y Lt. Graydon, están representadas. La edición del NT de Scio, preparada por Borrow en Madrid en 1837 cuenta con no menos de tres ejemplares en esta tesorería.
Pero aparte de las Biblias y Nuevos Testamentos, la biblioteca refleja la actividad editorial en pro del Evangelio y también mucha propaganda contraria a la actividad de los evangélicos por parte de la Iglesia Católica, juntamente con los libros de devoción, más utilizados entre los piadosos de tradición católica en otras épocas. Con exactitud científica (¿qué más esperamos de dos generaciones de veterinarios?) la colección está catalogada, y fruto de su uso en diferentes exposiciones son los marcadores explicativos, juntamente con apuntes en muchos volúmenes del significado de la pieza. Una correspondencia con familiares no evangélicos asegura este aspecto de la actividad misionera católica española, que asumió mayor relieve en la España nacional, tampoco está descuidado.
De un examen muy breve de los archivos (¿dónde empieza uno en medio de tantos tesoros y una visita de horas contadas?) como botón de muestra, salió una copia de las Notas Bíblicas de D. Juan Biffen en los años 1943 - 44, mecanografiadas para circular antes de las Notas Diarias conocidas, ya publicadas de la Unión Bíblica desde unos años después.
La preocupación principal de Don Rodolfo en su ancianidad, frente al fruto de coleccionar con tanta atención cariñosa a la historia del Evangelio en nuestro país, es ¿quién será la generación de relevo, capaz de levantar un centro bibliotecario y de archivos en el centro del país, para que se conserve bien y se gestione adecuadamente este tesoro? No faltan los que quieren adquirir la colección, pero esto es con intereses más parciales y personales. Idóneamente, lo que casi llena una vivienda espaciosa necesita espacio de exposición y un comité desinteresado para evitar los intereses personales que, por desgracia, incluso nos han creado la necesidad de estatutos y normas para proteger un ambiente mínimo de "confianza" en este terreno de conservación, investigación y divulgación. ¿cuáles iglesias locales están dispuestas a reconocer que las Asambleas de Hermanos tienen un desafío importante de mayordomía del acervo literario, histórico y cultural que hemos de atender aunque nos toque en medio de tiempos difíciles para recaudar fondos?
¡Gracias, don Rodolfo, por recibir al equipo del Archivo de Madrid, con sencillez y generosidad! ¡Qué sepamos entre las Bibliotecas y Archivos de las AA.HH. en España como responder al desafío que nos planteas!”


Reflexión de Ken Barrett después de su visita a Zamora.


lunes, 21 de noviembre de 2011

Reseña del libro: "El Evangelio en España". George Lawrence

Libro: El Evangelio en España. George Lawrence. CEFB. 2011. P.V.P. 9 €.
Pedidos: LIBRERÍA EMANUEL. C/ Real de Arganda nº 48, 28031, Madrid.
Teléfono: 913310840 / FAX: 913315565
Webs: http://www.libreriaemanuel.es o también http://libreriaemanuel.org/

"La lectura que recomendamos se publicó en 1872 con el título “The Gospel in Spain” y contiene cartas de diversos misioneros que nos dan una panorámica general del contexto de la época y de las dificultades que enfrentaron muchos hermanos para predicar el Evangelio y la preciosa cosecha que se recogió. Se trata de un testimonio muy valioso que sale a la luz por primera vez en castellano, y que nos invita a reflexionar sobre nuestro grado de compromiso con el Señor en una época donde podemos predicar el Evangelio abiertamente, algo por lo que oraron muchos hermanos en el pasado.
George Lawrence (1831-1894), misionero galés, se estableció en Madrid en 1863 durante el reinado de Isabel II junto a su compañero Gould, antes habían viajado por España junto a Roberto Champan. Más tarde, alquiló un local en una céntrica calle de Madrid donde sufrió una agresión para quitarle la vida. Al finalizar el mandato de Isabel II, con nuevos tiempos de libertad religiosa, Lawrence aprecia el daño sufrido en España y el hambre por la Palabra de Dios como observamos en escenas vividas en “El Quemadero” de Madrid donde se ensañó la Inquisición: “Vi a muchos leyendo los Evangelios que acababan de comprarnos.... Al mirar dentro de los agujeros hechos por los picos de los obreros al abrir una calle nueva, se podía descubrir pelo de diversos colores, y huesos en perfecto estado, aún de niños pequeños” “Entre otros horrores hallaron los huesos de dos manos traspasadas por un gran clavo unidas en actitud de oración, y las costillas de alguna otra víctima con la lanza con la que había sido traspasada saliendo de ellas. Al intentar separarlas de las sustancias que las rodeaban, se deshicieron en polvo”.
El celo de Lawrence por testificar de Cristo en compañía de hermanos como José Ríos y Mateo Cosidó, permite repartir miles de evangelios, Biblias y Nuevos Testamentos en las fiestas y ferias de Madrid, Toledo, Alcalá de Henares, Medina del Campo, Salamanca, Valladolid y Sevilla, para entender el contexto social un misionero relata algo sobre lo acaecido en la feria de Toledo: “La última noche de la feria, justo antes de que la banda militar empezara a tocar en la plaza, unos dieciocho de ellos estaban leyendo en silencio algunas porciones de la Palabra a la luz de la carpa, cuando el cura de su regimiento se acercó. Inclinándose sobre el hombro de uno de ellos, y viendo lo que leía, se lo quitó de las manos, y encendiendo una cerilla le prendió fuego. Al instante, un señor que estaba parado a su lado le agarró y le quitó el libro ardiendo en sus manos…”.
Años después, Lawrence se traslada a Barcelona donde utiliza un carro blindado como librería ambulante que se transforma en expositor para difundir la Palabra de Dios; la oposición no cesa, a modo de ejemplo, el propio Lawrence explica: “Hoy tuve otro susto, y también mi esposa. Un supuesto vendedor de las Escrituras, un ex sacerdote a quien yo rehusé emplear en Madrid, pero que ha sido enviado hasta aquí por otros, me desafió a luchar con él con espada o pistolas, o me escupiría como a un asno protestante. Como no me indicó ninguna dirección, y desde entonces ha dejado la ciudad, no he podido contestarle, si no le habría invitado a disparar sobre su sombra…”
La casa de Lawrence en San Juan de Gracia y más tarde en Ferlandina, 47, sirve para celebrar reuniones que permitirán inaugurar la primera Asamblea de Hermanos en la Ciudad Condal. Pronto funda varias escuelas públicas para ciudadanos humildes dado el alto grado de analfabetismo, ante la gran necesidad, los Payne y los Fenn le ayudan. La obra del Señor avanza, se abren comedores, una Librería Evangélica y una Casa-Asilo para enfermos y necesitados. Como ilustración de la pobreza, leemos sobre los estragos causados por la fiebre amarilla: “Ayer una pobre viuda corría por las calles implorando que alguien enterrara a su hija; en otra calle unos niños estaban sentados llorando de hambre; su madre llevaba dos días muerta en su cama y nadie se había enterado. Uno de nuestro grupo sacó a una madre muerta al lado de su hija agonizante, la cual tenía un bebé agarrado a su pecho. Hay una cuarentena rigurosa en los pueblos de alrededor. Aquí nos quedamos, confiando que el Señor nos librará de esta pestilencia, que está causando tanta miseria y tristeza”.
Además, Lawrence publicó revistas para niños, dos ediciones del Nuevo Testamento y una edición de la Biblia contando con colaboradores como J. C. Pundsack. En 1890, abre obra pionera en Campo de Criptana (Ciudad Real), antes de instalarse en Caldes de Montbui hasta su muerte. Por todo esto, no dudamos que si algo caracterizó a George Lawrence fue su amor por España, una fe inquebrantable y servir de estímulo a muchos para trabajar en la obra de Dios, esperamos que estas páginas dejen una huella imborrable en cada lector que le impulse en el servicio a Cristo. "


Reseña realizada por David Vergara.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Apuntes autobiográficos del misionero Federico H. Gray. (VI parte y última)

Con los apuntes de hoy terminamos la serie dedicada al misionero Federico H. Gray que él mismo publicó en la revista "Edificación Cristiana":

1.939.- “Después de despedirme de las asambleas de Vigo y Marín, me encaminé a El Ferrol del Caudillo, en donde me encontré con los señores Davis, y con ellos salimos en su coche para Gijón, visitando a San Miguel y pasando un domingo allí con los hermanos, gozando del amor fraternal; luego llegamos a Tapia y Oviedo, donde nos detuvimos antes de continuar a Gijón, en donde entramos al anochecer, algo cansados, pero contentos. Los señores Davis se vieron obligados a volver, pero convenía que me quedara allí, pues todavía los carpinteros y pintores estaban terminando los trabajos de remediar ciertos defectos en la casa; así permanecí tres meses allí; tratando de poner todas las cosas en orden y componer la instalación eléctrica, pues todavía no teníamos permiso para celebrar cultos. Durante mi estancia allí gocé de mucha comunión fraternal con don Daniel García y otros hermanos, pero desdichadamente fallecieron dos amados hermanos en este tiempo. El primero, don Félix Tornadijo, antiguo amigo mío y muy apreciado en esta iglesia, y luego una joven llamada Araceli, muy fiel al Salvador; en esta ocasión, con la ayuda de don Daniel, logramos celebrar un entierro evangélico, y ayudados por el Señor, el culto fúnebre en el cementerio dejó muy impresionado a todo el auditorio.
Volví hasta Lugo por coche de línea y allí pasé dos días muy felices con don Vicente Rodríguez, esperando mi maleta, que se había extraviado; luego seguí a Pontevedra y Marín, donde me quedé con los señores Turrall el domingo, participando en los cultos. En Vigo encontré a doña María muy indispuesta, más tarde fue llevada a Santo Tomé y allí mejoró algo; volvió a Vigo a mediados de junio, pero siempre en estado muy delicado.
Habiéndose los señores Woodford trasladado a Vigo para sustituir a don Tomás, la asamblea entró en nueva fase y se reunieron muchísimos hermanos para los cultos anuales, muchos siervos del Señor tomaron parte en el ministerio de la Palabra con mucho provecho para los oyentes; finalmente, don Enrique nos dio a los ancianos y obreros un precioso discurso muy instructivo, animándonos a una vida más fiel en todo nuestro servicio al Señor.
Ya que los señores Conde habían regresado a su hogar, me invitaron a visitarles y disfrutamos de un tiempo muy gozoso recordando las muchas misericordias y bondades de Dios en estos últimos años. En junio fui otra vez a Celanova, Taboadela y Calvos, y les ayudé a pintar la Capilla. El domingo, con una buena asistencia, tuvimos primeramente algunos bautismos, seguido de la Cena del Señor, y terminamos el día con fervorosas predicaciones del Evangelio. Después hice varias visitas a La Guía y San Vicente, y también a Santo Tomé y Marín, para ayudar en varios cultos, pero el acontecimiento más notable de este otoño fue el Jubileo de don Enrique Turrall, celebrado en Marín el 29 de octubre. Como esta fecha cayó en domingo, comenzamos el día con la Cena del Señor; luego , por la tarde, hubo una reunión muy concurrida, el la cual los ancianos, representantes de otras asambleas de esta región, tributaron mensajes de gratitud y aprecio a este veterano misionero y la congregación le presentó un hermoso reloj grabado con una dedicatoria. En la reunión de la noche, don Enrique nos deleitó con reminiscencias de sus trabajos y servicio a Dios, y cantamos un himno de alabanza por su larga vida de servicio consagrada al Salvador.
Los señores Woodford regresaron al fin de noviembre y todos les dimos una cordial bienvenida el último domingo del mes; después disfruté de unas Navidades muy felices con los señores Conde y me despedí del apreciado Santo Tomé; más tarde di un afectuoso adiós a los señores Turrall y últimamente a la viuda de don Tomás, los señores Woodford y los queridos hermanos de Vigo. Al principio del nuevo año comencé mi viaje de regreso a Valladolid, teniendo oportunidad para muchas despedidas cariñosas en el camino.
Fue para mí una gran satisfacción pasar una breve temporada en la población que había sido mi hogar durante tantos años, y los señores San León me cuidaron bien; luego, la comunión fraternal de todos los hermanos y los cultos familiares me proporcionaron horas de consuelo y gozo, pero pronto tuve que emprender el viaje a Inglaterra, acompañado de la señorita Ginnings, a petición de sus queridos padres. Hicimos la jornada hasta París bastante bien y allí quedamos un día con el comandante Salwey, quien nos llevó a todos los edificios históricos que tienen tantos recuerdos para nosotros. Al anochecer continuamos nuestro viaje hasta Dieppe, y de allí hicimos la travesía sin novedad a Inglaterra, y desembarcamos en Newhaven; cuántas gracias dimos a Dios por su protección de tantos peligros en esta terrible guerra mundial, pues Francia cayó unos días después de nuestro paso por París.
Personalmente quisiera tributar a mi fiel y amante Salvador y Señor mi sincera gratitud y alabanzas por haberme favorecido con tantas liberaciones, dándome el auxilio de su gracia soberana y confortándome con Su presencia y bendiciéndome de modo tan evidente en tantos apuros y situaciones temibles; y por fin le bendigo de todo corazón por haberse dignado servirse de mis humildes trabajos para llevar almas a Cristo y de estimular la fe y el amor de los creyentes; a Su Nombre sea toda la gloria y la honra. Amén.”


Publicado en la Revista "Edificación cristiana", (Mayo - Julio de 1.965)

martes, 8 de noviembre de 2011

Apuntes autobiográficos del misionero Federico H. Gray. (V parte)

Continuamos con la serie dedicada a los apuntes biográficos que el misionero Federico H. Gray compartió con la revista “Edificación Cristiana”. Para nosotros debería ser de ejemplo e inspiración: “Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe.” (Hb 13:7)

1.938.- Al principio del nuevo año me trasladé a Santo Tomé, estableciéndome en casa del señor Conde, como punto muy conveniente para conservar mis relaciones con otras asambleas y con don Edmundo, quien se hallaba entonces en Marín. Durante el mes de febrero, teniendo a don Cecilio por colaborador, hicimos dos visitas a Castiñeiras y celebramos dos series de reuniones de evangelización, con numerosa asistencia de mucho elemento joven; el Señor se dignó ayudarnos mucho y concedernos un tiempo en el cual se manifestó el poder del Espíritu Santo llevando a las almas a confiar en nuestro bendito Salvador. Al volver don Edmundo, me llevó a Santiago, en donde nos encontramos con don Arturo, y juntos pasamos unas horas de consultas y suplicaciones al Todopoderoso.
Oyendo que don Tomás se había empeorado, me fui a Vigo y así pude, con otros hermanos, acompañarle hasta Tuy, en donde nos despedimos de él muy afectuosamente, pues iba a embarcarse para Inglaterra lleno de esperanza de mejorarse; pero Dios dispuso otra cosa, pues el 13 de abril pasó a estar con Cristo, a los setenta y tres años de edad. ¡Qué pena causó esta triste noticia, pero especialmente a su amada esposa, en tan delicado estado!
Más adelante fui hasta el Ferrol del Caudillo, donde la congregación me aceptó con amor fraternal, y permanecí entre ellos unos diez días disfrutando de íntima comunión y celebrando cultos muy animados y provechosos; estando todavía allí nos avisó un hermano de la muerte repentina de una hermana anciana, por caer del hórreo; y estando enfermo don Arturo, me trasladé a Ares. El día siguiente, el señor Candales, muy amablemente, me llevó a La Coruña y Puentedeume para arreglar cuestiones del entierro civil. Por la tarde nos fuimos a Soaserra y allí se nos unió un muy numeroso acompañamiento hasta el cementerio más cercano, adonde llegamos rendidos. Bien recompensados fuimos, pues el culto fúnebre fue muy conmovedor y supimos después de la salvación de un alma por la gracia del Señor Jesús. Me quedé otros diez días en Ares y el Ferrol ayudando con los cultos y luego regresé a Santo Tomé.

En caminos muchas veces.- Durante unos dos meses me encontraba muy ocupado con varios viajes a Vigo y Marín, y al Gobierno de Pontevedra, además a Celanova y Calvos para cultos y bautismos con don Edmundo y don Cecilio, y llegamos hasta Bande, uniéndonos con los señores Goddard. Más tarde fuimos con ellos a Porto Quintila, y anduvimos a pie hasta Taboadela, donde con otros colaboradores disfrutamos de un día feliz con varios cultos. Regresé a Celanova, y de allí a Villar, en donde varios de los ya conocidos y experimentados siervos de Dios nos dieron excelentes mensajes de las Sagradas Escrituras.
Durante el otoño, los señores Ginnings estuvieron en Inglaterra para el casamiento de su hijo mayor, e invitado por ellos pasé la temporada en Ares. Los domingos solía subir a Soaserra en el auto con un hermano chófer, pero el día 20 de octubre sufrimos un grave choque con un coche de línea al dar la vuelta en una curva peligrosa. Gracias a Dios, salimos ilesos, pues en mi regazo llevaba un gran ramo de flores para poner en la tumba de una hermana recientemente enterrada en el monte, y con esto me cubrí el rostro y así me salvó de numerosas astillas de cristal y sólo recibimos unas pequeñas heridas en las manos. Los vecinos y las autoridades nos trataron con mucha consideración, y más tarde, con la ayuda de don Jorge, pudimos trasladar el coche destrozado a un garaje, en un pueblo cercano.
En noviembre murió en El Ferrol el muy querido hermano don Alfredo Fernández, pero antes de partir para el cielo cantó con su esposa aquel dulce himno: “Cristo, ven más cerca, dame gozo, paz, perdón; cerca, sí más cerca, de mi corazón”. El entierro fue una imponente manifestación de respeto y condolencia y se dejó sentir la presencia del Señor en el servicio fúnebre.
El resto del año lo pasé en viajes a La Coruña, El Ferrol, Ares y Soaserra, pasando breves temporadas con cultos y visitas, y después volví a Vigo y Marín para la acostumbrada fiesta del fin del año.”


(Continuará)
Publicado en la Revista "Edificación cristiana", (Marzo - Abril de 1.965)

martes, 1 de noviembre de 2011

Apuntes autobiográficos del misionero Federico H. Gray. (IV parte)

1937.- "A mediados de enero recibí una sorpresa inesperada, pero muy placentera, pues al abrir la puerta de casa me encontré cara a cara un amigo muy amado, don Audelino González; por el momento me sentí algo como la muchacha Rhode (Hch 12;13), pero luego nos saludamos cordialmente y dimos gracias a Dios. Unos días después me fui otra vez a Marín para dar una serie de discursos a jóvenes y ancianos y tener unos días de íntima comunión con bastantes de los creyentes.
Servicios múltiples.- Los señores Davis nos visitaron con sus hijas y por la tarde él nos dio en la reunión un hermoso mensaje. También nos vino a ver don Enrique con dos jóvenes y nos unimos en oración muy provechosa delante de Dios. Más tarde me encontré con los señores Woodford y familia y tuvimos una animada conversación con este incansable obrero en los pueblos gallegos. Unos días después fui a buscar a don Arturo Ginnings en Santiago, y me llevó en su auto a Ares, donde participé de la Cena del Señor el domingo por la mañana, y por la tarde fuimos a El Ferrol para anunciar el Evangelio. El 1 de abril, con ciertas dificultades, pudimos celebrar un entierro en Soaserra, con mucho acompañamiento, pero en la Capilla. De allí continué hasta La Coruña, donde hallé a don Enrique Payne un poco mejor y permanecí allí el domingo, dándonos el Señor muy agradables cultos todo el día. Para terminar todo este vaivén, volví a Vigo en coche de línea, buscando un poco de reposo y refrigerio espiritual en el culto de partimiento de pan, pero supimos la triste noticia de la muerte trágica de un matrimonio de creyentes muy apreciados en esta iglesia.
A finales de mayo acompañé a los señores Woodford y Campelo a Santo Tomé para los cultos anuales, que fueron muy concurridos, asistiendo numerosos creyentes con sus familias y amistades, varios siervos del Señor dieron exhortaciones estimulantes y mensajes persuasivos, y disfrutamos de unas horas muy felices y bendecidos por Dios. Unos días después fui invitado por don Edmundo a Calvos con el mismo objeto. Comenzamos el domingo con el bautismo de seis recién convertidos, luego ellos fueron recibidos como miembros de la iglesia y participaron con nosotros de la Cena conmemorativa del sacrificio de Jesús mismo en la cruz. En el ministerio don Celestino Puente tomó parte, y el día entero resultó de mucho contentamiento, escuchando los mensajes de la Palabra y cantando alabanzas al Salvador. Luego volvimos a Celanova por unos días de visitas y reuniones que resultaron muy provechosas. Por fin volvimos a Vigo y el Señor nos concedió un día muy gozoso escuchando preciosos mensajes de don Edmundo y don Audelino y predicaciones impresionantes de don Jonatán y don Cecilio. En este verano tuvimos la satisfacción de ver a don Mariano San León y su hija en Vigo por una breve temporada y él nos dio en los cultos algunos discursos de su ministerio, que fue muy apreciado.
En estos días fui citado por el Juzgado por causa del extravío de un cheque inglés, pero parece que todo se arregló bien, pues no tuve que volver. Más tarde necesité tratamiento médico por obstrucción intestinal, y los señores Woodford, muy bondadosamente, vinieron y me llevaron a su hogar y me cuidaron hasta que me puse bien. Y un poco después nuestros amados hermanos los señores González sufrieron la pérdida dolorosa de uno de sus hijos. Muchos de sus parientes y amigos acudieron a consolarles y el entierro evangélico fue una manifestación de cariñosa simpatía y condolencia a los afligidos padres.
Al fin del verano pasé algún tiempo en el pintoresco pueblo de Santo Tomé, gozando de muy íntima amistad de los ancianos don José García y don Ángel Araujo, y este último me llevó por aquellos caminos rurales a visitar a varios enfermos y familias, y el Señor nos otorgó excelentes reuniones espirituales. Por aquel entonces sucedió un hecho que nos causó mucha tristeza –la capilla de Villar quedó clausurada y algunos hermanos detenidos-, esto nos llevó a humillarnos delante de Dios en oración. Un poco más tarde nos llegaron días de alegría por la feliz llegada a su hogar de los señores Berkley, pero al pasar unas semanas, desgraciadamente, se enfermó don Tomás y necesitó asistencia médica y muchos cuidados, de modo que estuve allí para ayudarle en cuanto pudiera hasta el fin del año. En las últimas horas del año celebramos la consabida fiesta de gratitud al Señor, bendiciéndole por todos sus beneficios recibidos por su misericordia y bondad."


(Continuará)
Publicado en la Revista "Edificación cristiana", (Enero-Febrero de 1.965)