lunes, 16 de enero de 2012

Serie “Campamentos”: Campamento de Villar (Pontevedra). (I parte)

Empezamos una nueva serie, publicada originariamente en el año 1.965, dedicada a conocer el comienzo de los campamentos que las Asambleas de Hermanos realizaban en esa época.

“Era hacia finales del año 1.949 cuando don Edmundo Woodford y un servidor (Celestino Puente) iniciábamos un diálogo, considerando la mejor manera de ayudar a nuestros jóvenes en su provechoso empleo de sus vacaciones de verano y la posibilidad de despertar en ellos un interés en el estudio de la Palabra de Dios, dándoles orientación a tal fin.
Poco se puede hacer en el limitado espacio de 15 días, pero no dudábamos que este servicio para el Señor, bien enfocado, podría contribuir al bien particular del joven y también en el de la asamblea, ya que pudiera ayudar a levantar algún don especial.
Fue objeto de especial oración, y pronto nos dimos cuenta de que el Señor nos había inspirado tales pensamientos. Ahora bien, para llevarlo a cabo había dos factores de primordial importancia, serios de resolver, a saber:
1º) ¿Cuál iba a ser el lugar indicado para esta clase de campamentos, que reuniese las condiciones propias?
Después de buscar la dirección del Señor, Villar fue el lugar de elección, una vez que contábamos con el beneplácito unánime de aquella congregación.
2º) ¿Cómo reaccionarían los hermanos responsables de otras asambleas ante este plan? Fueron diversas las posturas, pero el Señor hizo la provisión necesaria para que todos los planes fuesen adelante.
Como consejero y maestro solicitamos la valiosa colaboración del tan querido, don Mariano San León, formando así una especie de “Consejo” para su dirección.
Las primeras clases dieron comienzo en la primavera del año 1.950, llegando a una asistencia de 11 alumnos. En años sucesivos contamos con un número mayor, según las posibilidades propias de alojamiento, llegando incluso a tener que celebrar dos turnos ante la respuesta tan favorable a nuestras invitaciones.
En 1.954 pudimos ampliar las instalaciones del campamento, lo cual nos permitió alojar a los 18 jóvenes que asistieron aquel año. Hemos de destacar que para la obra de ampliación se recibió una ayuda eficaz de diversas congregaciones y hermanos particulares, pero la mayor parte fue contribución de la propia Iglesia de Villar.
Una vez que disponíamos de otras posibilidades y mejora en los servicios pensamos en la posibilidad de establecer un turno para señoritas, con la misma finalidad que hemos indicado al principio, y en el verano de 1.955 dábamos comienzo a esta otra parte de nuestra labor.
Podemos citar que el número de asistentes en estos 16 años ha sido de 255 varones y 174 señoritas.
En ambos turnos y durante este periodo se estudiaron una gran variedad de temas, citando entre otros: “INSPIRACIÓN DE LAS ESCRITURAS”, “CONSAGRACIÓN”, “LA MUJER EN EL HOGAR”, etc. etc. Cada año se ha estudiado también un libro de la Biblia, haciendo una exégesis o análisis del mismo. Ha sido repasado todo el Nuevo Testamento y una buena parte del Antiguo Testamento.
Entre los profesores que han colaborado en las clases de verano citamos a don E. Woodford, don Mariano San León, don Federico Gray, don Juan Biffen, señor Craig (de Argentina), don Fernando Pujol, don Pablo Wickham, don Ernesto Trenchard, don Jorge Davis, don Álvaro Figueirido, don Eric Bermejo, don Francisco Martín y don Celestino Puente. Con las señoritas doña Carolina Gray, doña Eloisa Ginnings, doña Raquel Chesterman, doña Eunice Woodford, señora Craig, doña Lina Holloway, doña Gertrudis Trenchard, doña María San León, señoritas Turral y señora Puente.
Nos es grato poder subrayar algunos testimonios que poseemos de alumnos que pasaron por nuestras clases, algunos de ellos con hijos que pronto ocuparán los sitios que dejarán un día sus padres... “Nunca olvidaré el mucho bien que me han hecho estas clases, cuya enseñanza me ha ayudado a obtener un más alto concepto de la Palabra de Dios”; “No dejaré de recomendar a otros la asistencia a estas clases por el mucho bien que me hicieron...”; “... Aun para saber convivir y entrar en relación armoniosa con otros hermanos, pese a la diversidad de caracteres, etc., además de aprovechamiento de los estudios, doy gracias a Dios por haber tenido esta oportunidad.”
Podemos asegurar, además, que de aquellos que asistieron a estas clases más de una veintena están hoy haciendo algún servicio especial en su Iglesia. Claro está que tales resultados no se pueden atribuir únicamente a nuestras clases, pero hemos contribuido en alguna medida a ello.
Todo esto nos alienta sobremanera a proseguir adelante con el mismo celo que al comienzo, hasta que el Señor disponga otra cosa.
Una nota destacada es la ayuda que presta a este servicio la iglesia de Villar. El Señor la viene usando como “columna y apoyo”. Tal es el honor que la cabe.
Avanzamos un anhelo que está dentro de nosotros como final de nuestro informe. ¿Podremos llegar a establecer otro turno para matrimonios y hermanos que han pasado de la edad juvenil y que de alguna manera sirven al Señor en sus asambleas...? Oremos para que el Señor nos muestre su voluntad.

Celestino Puente”


(Revista “Edificación Cristiana”, Agosto-Octubre de 1.965)

Foto: Libro publicado con motivo del centenario de la obra evangélica en Villar

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