lunes, 26 de marzo de 2012

“A título de epílogo” (Año 1.965)

La revista “Edificación Cristiana” dedicó un número especial en Agosto-Octubre de 1.965 al tema: “España como campo misionero”. Parte de las reflexiones que se hicieron han sido vueltas a publicar en este blog en entradas anteriores. Concluimos hoy con el artículo que L. Roldán hizo a modo de conclusión y que es el siguiente:

“Por la lectura de las páginas que han precedido vemos que “algo” se ha hecho, que los años que han pasado fueron de labor y esfuerzo, pero siendo sinceros hemos de preguntarnos, ¿ha sido suficiente?, ¿ha representado nuestra aportación en conformidad con los beneficios recibidos del Señor...? y nuestra respuesta obligada es No.
Por el testimonio de las Sagradas Escrituras vemos que Dios ha denunciado, época tras época, esta inclinación del corazón del hombre, y muchas son las citas que podríamos dar tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo Testamento.
Pero, amados hermanos, no hemos de buscar nuestra justificación, ni nuestro consuelo, en lo que fue hecho en el tiempo pasado por aquellos que tenemos la responsabilidad de hacerlo; tenemos que venir a encontrarnos con nosotros mismos y la realidad de nuestras acciones, ya sean positivas o negativas.
Estamos en momentos cruciales, donde cada uno de nosotros tiene que oír la voz del Maestro que le dice: “Sígueme tú...” (Jn 21:22), como le dijera a Pedro. Con el mismo espíritu que allí encontramos debemos evitar la tendencia de mirar a los demás para ver lo que ellos hacen, pues tenemos frente a nosotros a nuestro Señor que nos espera y en pos de Él hemos de ir y actuar.
Es nuestro anhelo que la meditación – y no lectura meramente- de este número nos lleve a una serie de decisiones de tipo práctico que, desde ahora, hagan que nuestro servicio, nuestra contribución, el conjunto de nuestra vida de fe, sea más amplio, más real, más en consonancia con el contenido de 1ª de Pedro 4:2; Rom 12:1; Lucas 12:32-34.
Guiados por el Espíritu Santo hemos de pensar de qué forma nosotros podemos aportar nuestra ayuda, superar nuestra contribución, ser más efectivos en un trabajo que tenga sus beneficios de forma inmediata y también en un futuro no muy lejano.
Creemos que lo primero es darnos cuenta cabal de que allí está nuestra asamblea, con sus necesidades, con sus servicios, con sus posibilidades, en la cual el Señor nos ha puesto, para ser vehículo de bendición, para el adelanto de su obra en medio de aquellos que no la conocen.
Lo segundo es tener consciencia de que, más allá, en alguna otra parte del campo, hay también “mies” y necesidad de trabajadores, según Mat 9:37-38 (entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies), para que hacía allí extendamos nuestras miradas, nuestras oraciones y nuestros brazos.
Ante la dificultad que se nos presenta de que todos no podemos ir a todos los sitios y allí actuar, tenemos que venir a reconocer la utilidad y la buena finalidad de aquello que poseemos y sobre lo cual tal vez no habíamos meditado seriamente hasta ahora, es decir, los servicios auxiliares citados hasta aquí:
FONDO DE EVANGELIZACIÓN.
FONDO DE LOCALES.
LITERATURA Y ENSEÑANZA BÍBLICA.
CAMPAMENTOS.
RADIO.
Creemos, firmemente, que para todos estos servicios podemos aplicar las normas de ayuda que Pablo expone, a los creyentes, en Corinto, según sus indicaciones en 2ª Cor caps. 8 y 9, pues allí se sugieren algunas normas de indudable valor para nosotros, constituyendo la base de toda actuación con promesa de bendición (2ª Cor 8:5). Los Macedonios dadivosos, se dieron primeramente al Señor y entre los corintios hubo abundancia de fe, de palabra, de ciencia, de solicitud y de amor.
Cuando hayamos comprendido la necesidad de la entrega personal, podremos poner manos a la obra, para trabajar y realizar, con sabiduría y gracia, la labor que nos ha sido encomendada.
Se ha comentado, y nos atrevemos a exponerlo en estas páginas, que algunas de las causas de nuestra escasa contribución, en todas las esferas de servicio son éstas:
1) Falta de vigor espiritual.
2) Falta de reconocimiento de las necesidades de cada sector.
3) Falta de visión de nuestra responsabilidad sobre la mies, por mirar sólo la necesidad de casa.
4) Falta de una acción ordenada que nos lleve a apartar para el Señor una cantidad fija y estudiada, según Él nos haya prosperado.


El Señor nos ha dotado de una inteligencia para que la usemos con lógica y con razón, y estamos seguros que cada uno de nosotros podrá encontrar un camino de superación, empezando con la aplicación de Sant 1:5, y siguiendo después los pasos que nos marque a cada uno el Espíritu Santo: “Si alguno de vosotros es deficiente en sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos liberalmente, ... y le será dada...” “Fuisteis comprados con precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo” (1ª Cor 6:20)... “Cualquier cosa que hagáis, llevadlo a cabo de corazón, como para el Señor, y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, al Señor Cristo servís” (Col 3:23-24)

No hay comentarios: