lunes, 9 de abril de 2012

En memoria: Don Armengol Felip. (1.889-1.969)

“De una forma rápida, en la mañana del 8 de diciembre de 1.969 pasó a la presencia del Señor D. Armengol Felip sin que nada hiciese suponer tal desenlace, pues el día anterior, domingo 7, se había gozado con sus hermanos en el culto de Comunión, pero el Señor ha promovido a su siervo a una vida mejor.
D. Armengol había cumplido ya los 80 años, su estado físico era excelente, solo con las limitaciones naturales de la edad, y no nos cabe la menor duda de que una vida ordenada como fue la suya vivida bajo el influjo de las Sagradas Escrituras había hecho su efecto. Era motivo de admiración para muchos verle tan activo y servicial a tan avanzada edad. Sus últimas palabras para los suyos fueron aquellas que dijera al despedirse al momento de ir a descansar: “¡Hasta mañana, si Dios quiere!”... y aquella mañana presentó para él una nueva perspectiva, fue un nuevo amanecer en la morada celestial.
Había nacido en Barcelona el 5 de junio de 1.889, en el seno de un hogar cristiano, primicias de la obra iniciada en la Ciudad Condal por D. Jorge Lawrence. Convertido a edad muy temprana fue bautizado en marzo de 1.906 pasando a formar parte de la Iglesia que se reunía en calle de San Gabriel (Gracia) y que hoy lo hace en calle Teruel, 22.
La vida piadosa de su hogar, juntamente con la enseñanza recibida de parte de fieles siervos del Señor tales como D. Pedro Rubio y D. Enrique Payne entre otros, ayudaron, sin duda, a que desde muy joven consagrara su vida al Señor y muy pronto le vemos trabajando entre los niños en la escuela dominical de su Asamblea y también entre la juventud a la que siempre dio un señalado interés.
Corriendo el año 1.918 contrajo matrimonio con doña Febe Regojo, hija de los misioneros don Aquilino Regojo y doña Matilde, que trabajan en Argelia, quienes dieron también gran calor a nuestros hermanos en sus deseos de servicio al Señor. Doña Febe había estudiado en Inglaterra y obtuvo el título de enfermera-comadrona, profesión que ejerció posteriormente en bien de los hermanos menesterosos. Esta pareja vino a formar un equipo idóneo para el Servicio del Señor.
Por aquel entonces, D. Armengol actuaba como Gerente en Barcelona de la Sociedad Bíblica de los Ángeles (California) y tenía a su cuidado la impresión y distribución de las Escrituras, especialmente el Nuevo Testamento “subrayado” que tanta difusión y aceptación tuvo en aquellos días. Por las mismas fechas editó su primer himnario en catalán y colaboró en la publicación de los Evangelios y Hechos en el mismo idioma.
En el año 1.924 la citada Sociedad Bíblica decidió quitar su depósito de Barcelona, pero la puerta de servicio no quedó cerrada a nuestros hermanos, pues el Señor abrió a D. Armengol y esposa un campo nuevo de servicio en Argelia, entre los numerosos españoles que residían entonces en aquella colonia francesa. Entró a colaborar de una forma muy eficaz con una Misión que se había fundado para llevar el evangelio en aquellas regiones y en la que colaboraron también otros misioneros españoles.
Este servicio abarcó unos 40 años, casi la mitad de su vida, trabajo variado y abnegado. Casa por casa iba visitando a los residentes españoles para llevarles el evangelio, los buscaba con celo aún en las calles, por los mercados, en pueblecitos lejanos, en los cortijos y aldeas solitarias allá entre las montañas, y el Señor iba bendiciendo esta labor, pues muchas familias recibieron con gozo el evangelio.
En el año 1.956 partió de forma repentina para su hogar celestial su compañera doña Febe. Si bien esta separación temporal de su amada esposa habría de causarle profunda tristeza y soledad, su confianza en el Señor le hizo proseguir en el campo misionero hasta que la situación en Argelia se empezó a poner sumamente difícil a causa de las luchas de liberación nacional y contando nuestro amado hermano ya con 72 años, una edad avanzada, decidió retirarse de la labor activa en aquellas tierras, teniendo además como agravante que la mayoría de los europeos empezaban a abandonar el país.
D. Armengol entendió que el Señor le reservaba un trabajo más reposado en Barcelona, su ciudad natal, donde se unió a su familia y a la iglesia local a la cual había pertenecido, no vacilando en prestar su ayuda allí donde fuera necesario y posible, viajando incluso al extranjero, principalmente a Francia, para visitar y alentar a tantos creyentes que habían venido de África del Norte y se habían establecido en este país. Estos hermanos sienten también la partida del siervo de Dios.
Las iglesias de Caldas de Montbui, Mollet, Igualada y otras de la región y de la propia capital, Barcelona, no olvidarán fácilmente sus visitas y mensajes, repletos de madurez espiritual ni tampoco aquellas oraciones fervientes de su siervo, llenas de espíritu de intercesión.
Sin duda alguna todos los que le conocimos y estuvimos junto a él por algún tiempo podemos pensar que buen ejemplo nos dejó, digno de imitar.”


Revista “Edificación Cristiana” (Marzo de 1.970)

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