lunes, 16 de abril de 2012

Semblanza de Don Daniel García García. (1.906-1.970) (I Parte)



SUS PRIMEROS AÑOS Y CONVERSIÓN.

Daniel García García, nació en Gijón en un hogar cristiano, el 19 de marzo de 1.906, cuando sus abuelos paternos eran, por entonces, columnas y baluartes de la iglesia local.
Criado y educado bajo la dirección de los mencionados abuelos, escuchó la más pura doctrina de Cristo desde sus primeros años y al igual que el joven Timoteo, este privilegio le llevó a aceptar al Señor como su Salvador. Esto ocurrió cuando tenía 17 años, después de pedirle el perdón de sus pecados a los pies de su lecho.

AYUDANDO EN LA IGLESIA.

Con la llegada de don Juan Biffen a la pequeña congregación de Gijón, empezó a tomar la palabra en los cultos; y lo hizo por primera vez tomando el salmo 23 (que habría de constituir el fundamento de su esperanza en Dios) como base de su meditación. A partir de este momento, ayudó en la obra a los señores Biffen en la medida del don que el Señor se dignó darle y de esta forma su fue ejercitando en el trabajo con que se había de responsabilizar más tarde, como obrero del Señor.

SU MATRIMONIO.

Contrajo matrimonio el 30 de agosto de 1.930 con la mujer que habría de ser su fiel compañera durante 40 años, Srta. Luisa Valdés Tuero, recibiendo del Señor nueve hijos bajo su custodia antes de cumplirse los primeros veinte años de matrimonio; de los cuales, todos los que llegaron a tener uso de razón se decidieron por Cristo.

LA GUERRA Y LA POSGUERRA.

En el año 1.936, cuando la guerra civil española, fue requerido para ir a las trincheras a disparar contra el enemigo que tenía enfrente, solicitó de sus superiores el ser enviado a sitios de mayor peligro antes de tirar contra uno de sus semejantes o engañar a la Patria disparando al aire. Explicó los motivos, dio a conocer su fe y los superiores le enviaron a trabajar en otros puestos poco peligrosos que él no hubiese pedido.
Fue quizás después de la guerra, cuando di mejor a conocer a todo Gijón con su testimonio el testimonio del Evangelio, manifestándose ante toda clase de autoridades, con la energía que sólo Dios puede dar a los que defienden su causa.
Inmediatamente de ser liberado de los servicios a la Patria, solicitó del comandante militar de la plaza permiso para abrir la capilla, basando su petición en que ésta no había sido clausurada, sino cerrada por motivos del conflicto civil y logró celebrar dos cultos en ella, antes de que las autoridades comunicaran la no autorización.
Poco tiempo después de haber acabado la guerra, se vio envuelto en una grave acusación de ayudar económicamente a un preso, con dinero recibido del extranjero de los partidos políticos enemigos del régimen. Con la Biblia en la mano demostró que actuaba de acuerdo con las enseñanzas del Nuevo Testamento, ayudando a un miembro de la Iglesia evangélica de Gijón y no como miembro de un partido político socorriendo a uno de sus adeptos. De esta forma llegó a convencer a sus acusadores, y volvió gozoso a los suyos, manifestando cuán grandes cosas el Señor había hecho con él.
Logró celebrar el primer entierro civil si ninguna dificultad, y pocos meses después, se celebró el de su padre político. Las autoridades, influenciadas por los religiosos de la época, opusieron fuerte resistencia y no quisieron que el acompañamiento del cadáver se efectuase sin ser incluidos en él los sacerdotes. Nuestro hermano retrasó la salida del féretro, se enfrentó con las autoridades, tanto civiles como religiosas, y después de haber luchado con fe en su nombre, Dios le dio la victoria.
Los señores Biffen llegaron de Inglaterra y continuaron trabajando en Gijón; pero pocos meses más tarde, el Señor los llamó para la obra en Madrid.
Nuestro hermano quedó solo al frente de la congregación y fueron muchas las veces que tuvo que entrevistarse con el gobernador y demás jerarquías civiles y eclesiásticas, para poder celebrar entierros y casamientos civiles.
En el año 1.945, cuando llevaba todo el peso de la obra, volvió a insistir sobre la apertura del local de reunión con los mismos argumentos expuestos anteriormente y comunicó a las autoridades que empezaría a celebrar los cultos en él. Y, efectivamente, así lo hizo.
Hacia el año 1.947, llegaron los señores Davis a Gijón para trabajar en la obra del Señor.
En el año 1.949, falleció una de sus hijas y es quizás uno de los momentos más expresivos de su valentía defendiendo la gran causa del Evangelio. Cuando el cortejo fúnebre iba descendiendo desde su hogar por las anchas plazas y estrechas calles del barrio entre una multitud que se asemejaba por su magnitud a la que se forma para ver pasar una procesión en Semana Santa, la policía intervino, en el momento de pasar el cadáver por delante de la iglesia parroquial, y mandó deshacer el duelo. Nuestro hermano, a pesar de la pena que le embargaba, alzó la voz como él sabía hacerlo y dirigiéndose a la gente, dijo: “¿No es esto un atropello?” Los guardias intentaron disolver el duelo, pero él, poniéndose frente a ellos, exclamó: “¡Yo voy preso, pero esto sigue hasta el final!” Se amotinó la gente ante tanta injusticia, y la fuerza pública se vio impotente para impedir que la comitiva siguiera adelante, hacia el lugar previsto con anterioridad. Al final del suceso, la gente acudió en masa al cementerio, escuchando con mucha atención e interés la Palabra de Dios. Y todavía, en el día de hoy, la gente comenta lo sucedido y elogia la valentía con que fue resuelto el conflicto, que sin duda alguna, sirvió para glorificar una vez más el Nombre del Jesuscristo...

Continuará.
(Revista “Edificación Cristiana”, Febrero de 1.971)

Foto: Don Daniel García García

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