lunes, 17 de septiembre de 2012

Lawrence y sus carros blindados. (II parte)


 

EVANGELIZANDO EN CATALUÑA
Después de testificar juntos Gould y Lawrence, en Madrid, este último decidió trasladarse a Barcelona para proseguir los trabajos de evangelización que había empezado en la Ciudad Condal, unos cinco años antes (en 1.864), en los difíciles tiempos del reinado de Isabel II, la “de los tristes destinos”.
Al carro bíblico y blindado, al que alude el polígrafo montañés, Lawrence pronto añadió otro. Se trataba de un carro más grande, tirado por caballerías, como puede desprenderse del relato mencionado al principio.
Sin embargo, es curioso que don Marcelino nos presente a esos carros como “bíblicos y blindados”, ya que bíblicos sin duda lo eran, pero, dudamos mucho que fueran “blindados”, a tenor de lo que Lawrence nos cuenta en sus cartas. Es a este mismo respecto que el misionario escribe: “El coche bíblico está realizando una noble tarea. Ya hace dos meses que estamos visitando las localidades situadas entre esta ciudad –Barcelona- y Madrid, y de Madrid a Alicante y Valencia, donde ahora permanecemos… Como el coche bíblico había hecho algún camino en dirección a Tarragona, alguien disparó, visando la ventana de delante. La bala sólo mordió un poco la parte de encima, la cual está recubierta de zinc. Llegamos a nuestro destino felizmente y tuvimos una buena venta.”
Lawrence relata también lo ocurrido en uno de sus viajes de evangelización por la provincia de Barcelona, particularmente en Igualada, donde sucedió algo muy grave, que el misionero resume en estos términos:
“Los enemigos robaron las Biblias y empezaron a quemarlas, así como la tienda, pero dos hombres muy valientes se presentaron con grandes cuchillos y lograron hacerles huir. Se derramó sangre, pero no hubo muertos y, como la guarda llegó pronto, nuestros hermanos y su tienda fueron librados.”
Durante meses y meses Lawrence y sus compañeros de ministerio, utilizaron los carros bíblicos para evangelizar las regiones que todavía no habían sido alcanzadas con el mensaje de la cruz. Los tiempos no eran fáciles, ya que, algunas provincias estaban ocupadas en buena parte por las tropas carlistas.
EN UN LUGAR DE LA MANCHA…
A pesar de los evidentes peligros, y conscientes de que la región manchega sería como una  piedra de toque para su ministerio, los misioneros se internaron en la provincia de Ciudad Real, hasta llegar a la localidad de Campo de Criptana.
Tanta fue la bendición y tan manifiesta la respuesta al mensaje de Cristo, que Lawrence decidió “parar el carro” y abrir una Sala Evangélica, con el fin de predicar el Evangelio en aquella localidad.
Es fácil imaginar, sin embargo, que aquel intento de establecer testimonio evangélico en la Mancha suscitara la más feroz oposición de los adversarios.
En efecto, después del desfile de una procesión por el lugar, se produjo un tumulto, y una muchedumbre se dirigió hacia la Sala Evangélica para apedrearla. El señor Lawrence y su familia fueron insultados y apedreados cuando salieron de su domicilio. Luego, le detuvieron durante veinticuatro horas, y el alcalde de la localidad ordenó el cierre de la Sala Evangélica, y por varios meses no pudieron celebrarse cultos. Finalmente el Ministerio de Gobernación ordenó la reapertura del culto ordenando incluso que los misioneros y la Sala Evangélica fueran protegidos por las autoridades locales.
DOS ASAMBLEAS Y DIEZ ESCUELAS
Junto a esta actividad evangelizadora por diversas regiones, el señor Lawrence y sus colaboradores pensaron seriamente en abrir un lugar de testimonio permanente en la Ciudad Condal. A tal fin, empezó a celebrar reuniones en su domicilio, de la calle San Juan. Debido a la gran asistencia, decidió abrir una Sala Evangélica en la calle San Gabriel, en la barriada de Gracia. Al propio tiempo, y haciendo honor a su visión evangelizadora alquiló unos locales muy espaciosos en el centro de la ciudad, en la calle Ferlandina, cerca de la importante Ronda de San Antonio, y no lejos de la Plaza Universidad.
Septiembre de 1.869 vio nacer la primera Asamblea evangélica en Barcelona, cuyos miembros estaban repartidos en San Gabriel y Ferlandina. Así empezó una obra que, al cabo de un siglo ha ido multiplicándose en la Ciudad Condal, convirtiéndose en muchos lugares de testimonio en la propia capital y localidades cercanas.
Lawrence no se contentó con predicar el Evangelio en aquellos locales. Su clara visión de las necesidades del pueblo, le llevó a abrir unas escuelas evangélicas. Esta obra tan especial, sólo puedo llevarla a cabo gracias a la colaboración de los señores Fenn y Payne, los cuales habían llegado a Barcelona en 1.870, después de una estancia de seis meses en Madrid. El comienzo, como casi todos los comienzos, fue muy humilde, pero es muy interesante leer de su propia pluma, lo que Lawrence relata a este respecto: “Me di a la oración para empezar este trabajo y hallé a alguien que estaba preparado para el mismo. Se trataba de un hombre lisiado que había recibido una Biblia hacía muchos años… Después de la revolución hallé a esta persona enseñando a seis o siete niños y le propuse ayuda con el fin de que preparase niños para su escuela. Pronto la habitación en donde enseñaba fue demasiado pequeña y, después de algún tiempo de espera y prueba de mi fe, pude lograr un “Café Chantant”, comprando todos los enseres. Esta compra se efectuó gracias a un donativo de amor.
Muy pronto el local se llenó, y algún tiempo después este lugar fue cambiado por otro más espacioso, donde empezó una escuela para niñas que estuvo a cargo de una de nuestras hermanas. Este fue el comienzo de las notables escuelas establecidas en Barcelona, por las que deseo dar gracias a Dios y tomar aliento para seguir adelante con el propósito de establecer centenares de ellas.”
El conocido siervo de Dios, don Jorge Müller, fundador del orfanato de Bristol, se interesó por la extensión de la obra de las escuelas evangélicas. A fines de 1.878 hizo una visita a Barcelona para poder comprobar por sí mismo el progreso de aquella labor docente. Es en su “Autobiografía”, que el señor Müller, expresa sus impresiones sobre aquella obra, diciendo:
“Llegamos a Barcelona en donde permanecimos unos quince días… Pudimos visitar las diez escuelas organizadas en dicha ciudad, bajo la superintendencia de don Enrique Payne. Durante nuestra inspección de las mismas, hallamos 756 alumnos, casi todos de familias católicas, lo cual daba especial valor a estas escuelas.”
LA TERRIBLE FIEBRE AMARILLA... (Continuará)
Miguel Valbuena (Revista “Edificación Cristiana”, Marzo-Abril 1.982)
Nota: Recientemente el Centro de Formación Bíblica de Madrid publicó "El Evangelio en España", de George Lawrence, traducido del inglés por Catalina Redman de Wickham.
El Evangelio en España . George Lawrence. CEFB. 2011. P.V.P. 9 €.
Pedidos: Librería Emanuel. C/ Real de Arganda nº 48, 28031, Madrid. Teléfono: 913310840 / FAX: 913315565.

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