martes, 27 de noviembre de 2012

Opinión de un visitante. (Por Juan Driver, año 1.976, III Parte y última)

Terminamos con este artículo la exposición del misionero Juan Driver sobre cómo veía las Asambleas en España en el año 1.976:
7)          En las Asambleas de Hermanos el lugar del “partimiento del pan” es fundamental. La comunión sirve continuamente a mantener fresca en la memoria el amor inefable de Dios; el sacrificio único de Jesucristo a favor de los hombres. Frente a una situación en que se tiende a concebir a Jesús meramente en términos de “hombre admirable” o “modelo ético”, como ha sido el caso en algunos círculos liberales, este testimonio es naturalmente esencial.
Sin embargo, uno nota generalmente en las oraciones, los himnos y otras expresiones de testimonio personal en la reunión del partimiento del pan un énfasis casi exclusivo sobre los aspectos individuales de la experiencia de la salvación. Predominan acciones de gracias por la absolución de los pecados, por el perdón por medio del sacrificio vicario de Jesucristo y, a veces, por la santificación personal que resulta. Pero la orientación suele ser no tan solamente personal, sino individualista, como si la Iglesia se compusiera meramente de una agrupación de individuos salvados cada uno independientemente de los demás por la gracia de Dios. Uno espera en vano que alguien entre los hermanos se refiera a esa rica gama de imágenes bíblicas que describe la nueva vida corporativa en Cristo, tales como: “pueblo de Dios”, “cuerpo de Cristo”, “miembros unos de otros”, “familia de Dios”, “la Vid y los pámpanos”, “la comunión de los santos”, etc. Posiblemente hay una razón porque estas figuras no predominan en nuestras oraciones, testimonios y los himnos que son escogidos con mayor frecuencia. Los símbolos que se emplean generalmente reflejan la realidad de la experiencia espiritual de una Iglesia. Y en nuestros tiempos ésta ha sido predominantemente individualista debido más a accidentes históricos e influencias seculares que a nuestra fidelidad a la Palabra de Dios.
 
8)          Aunque en sus comienzos el Movimiento de los Hermanos no recibió su inspiración fundamental de la obra reformista de Lutero, siempre ha habido una clara visión de ese principio de la Reforma, “salvación por la gracia, por la fe”, en las Asambleas. Incluso, uno suele oír en las oraciones públicas de hermanos acciones de gracias por el hecho que la salvación no tiene nada que ver con las obras. Probablemente este énfasis sea necesario en un ambiente católicorromano en el cual ha predominado un concepto no bíblico del valor de las buenas obras en la vida del cristiano.
 
Sin embargo, se debe recordar que sobre la cuestión de fe y obras Martín Lutero no ha dicho la última palabra. Evidencia de su problema está en el hecho que no sabía qué hacer con la Epístola de Santiago, el hermano de Jesús. En su protesta contra la deformación del papel de las obras de justicia en la vida cristiana, no siempre se nota con suficiente claridad en las Asambleas esa visión de la Iglesia como el nuevo pueblo de la alianza de la gracia de Dios, en el cual, librados de la esclavitud del pecado, nos sometemos por la gracia a la nueva Ley de Cristo. El cristiano asume este compromiso libre y gozosamente porque en la gracia de Dios su “yugo es fácil y ligera su carga”. De modo que en este contexto de gracia la contradicción entre fe y obras en el concepto luterano es superada. El discipulado libremente asumido dentro de la comunidad de los discípulos de Jesucristo es la forma concreta y visible que toma la salvación de Dios en este mundo.
 
CONCLUSIÓN
En la medida en que España siga su evolución socio-económica las tentaciones a acomodarse a las formas de fe y vida personalmente más fáciles y socialmente más aceptables serán cada vez mayores. Y en la medida en que continúen las nuevas corrientes de apertura política, las presiones a participar en la vida pública (incluso en formas que contradicen el espíritu del Evangelio) se presentarán con mayor agudeza.
Pero Dios nos provee con recursos espirituales y humanos a fin de discernir Su voluntad y serle fieles en estos tiempos de cambios. Para este fin se nos promete la presencia del Espíritu Santo. También han sido bendecidas las Asambleas de Hermanos en España con todos los dones y ministerios que necesitan para ser en verdad su pueblo fiel. Dios le ha dado hombres con verdadero corazón de pastor; maestros que son amantes de la verdad de Dios y cuyas vidas, al igual que doctrinas, reflejan auténticamente al Jesús del Nuevo Testamento; profetas con visión clara de la obra de Dios en su pueblo en el pasado, al igual que en el momento actual, cuyas palabras a veces son cortantes, pero  según la Revelación Divina, son Palabra de Dios para la Iglesia en nuestros tiempos.
Los Hermanos participan de una preciosa herencia espiritual. En su tradición histórica cuentan con recursos para su vida congregacional en forma única. Pero esta herencia seguirá siendo preciosa en la medida en que están dispuestos a retornar continuamente a sus raíces en la persona de Jesucristo en el Nuevo Testamento con verdadero espíritu de arrepentimiento que se manifiesta en una disposición a conformar su vida radicalmente a la Suya en un discipulado obediente.”

 
Publicado en la Revista “Edificación Cristiana”, núm 2, Año 1.976)

 

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