lunes, 18 de marzo de 2013

Comienzo de la obra evangélica (AA. HH.) en “El Ferrol” (redactado en 1.977)


EL FERROL

"Poco después del principio de la obra en La Coruña, don Jorge Spooner, quien había ayudado a los hermanos Wigstone y Blamire, residió desde el año 1.879 al 1.884 en BETANZOS y en EL FERROL. Predicó en el Teatro Jofré, en donde centenares de ferrolanos escucharon la Palabra de Dios. Pero después de unos meses se quitó la libertad de cultos en cuanto al Teatro Jofré. Una de las que se convirtieron se llamaba Benita. No sabía leer ni escribir pero aprendió algunos salmos de memoria. Recuerdo que cuando mis padres, veinticinco años más tarde, vinieron a El Ferrol, todavía seguía ella fiel al Señor en una humilde casa en el ahora casi desaparecido Esteiro. Daba propinas a los niños para que leyesen en una Biblia grande que tenía, para que oyesen sus vecinas. Murió a los 80 años de edad, ciega, pero alabando al Señor.
En 1.880 Jorge Chesterman trabajó con Jorge Spooner en El Ferrol, vendiendo muchas Escrituras, como también en PUENTEDEUME, REDES, MUGARDOS y BETANZOS. Los dos visitaban con frecuencia a los creyentes en Arteijo y Loureda, y venían por mar a visitar a los hermanos en El Ferrol.
En 1.902, desde La Coruña don Jorge Chesterman visitó en la cárcel de Santiago a un joven recluta, José Graña, de Marín, convertido en Estribela. Este fue procesado y condenado a seis meses de reclusión por rehusar hincar la rodilla en el acto de la elevación de la “Hostia”. Le llevaron maniatado a la cárcel de La Coruña. Leyendo de esto en El Ferrol en los periódicos el Teniente Coronel don Juan Labrador, creyente (de Andalucía), fue compungido de corazón viendo la fidelidad de Pepe Graña; le visitó en La Coruña, y le abrazó en la celda y oraron juntos al Señor. Ahora don Juan tuvo que sufrir pena de “arresto menor”. Pero se llevó el asunto a Madrid, y al fin tanto él como el fiel José Graña fueron puestos en libertad.
El ejemplo del mozo de tal manera le aumentó la fe a don Juan Labrador, que ya no ocultó más su luz. Su testimonio avivado resultó en la salvación de otro oficial, el Capitán de Infantería de Marina, don Manuel Jordán. Los dos hablaron con sus compañeros y se convirtieron tres oficiales más y otros militares. Don Juan pedía tratados a Madrid, y con sus hermanos en la fe, los repartía por las aldeas de la comarca, hablando de Cristo a las almas. Sufrió perjuicios en su carrera pero fue fiel. Se le concedió el rango de General, pero con años de retraso.
Como se ha dicho, don Jorge Chesterman venía por mar a El Ferrol, y otros misioneros venían desde Marín para animar al nuevo grupo. También ayudaba el valiente colportor don Antonio Bouza, fruto de la obra anterior de los señores Spooner en Betanzos.
Con alguna frecuencia mis padres venían a Galicia desde La Carolina (Jaén) para visitar a nuestros parientes, la familia Chesterman. Con éstos visitaban a los creyentes en El Ferrol, con el resultado de que en abril de 1.905 mis padres vinieron a residir definitivamente en El Ferrol. El 3 de diciembre del mismo año se inauguró una Capilla Evangélica en un lugar muy céntrico. Durante seis meses se celebraron reuniones todas las noches, con la ayuda de don Enrique Turral, de Marín, y otros obreros. Las reuniones estaban abarrotadas de personas de todas las clases sociales, pero muy pocas tuvieron el valor de aquellos primeros creyentes para seguir al Señor Jesucristo.
El pequeño grupo aumentó lentamente. Con denuedo llevaron el testimonio del Evangelio a los alrededores, celebrándose culto por algunos años en LA GRAÑA y en SERANTES, con salvación de algunas almas en esas aldeas.
Entre los que creyeron en aquel tiempo fueron don Ángel Fernández y su esposa doña Vicenta. Ángel se convenció al ver entre los hermanos un amor que no había hallado nunca, decía, en las sociedades seculares que antes conocía. Por muchos años fue anciano en la Iglesia. Edificó el local en Carretera de Castilla en tiempos de persecución y dificultades para alquilar local.
También en 1.910 vino de Lugo a trabajar en El Ferrol un joven. Oyó cantar y… "
(continuará)
 
(Escrito por Jorge de M. Davis para la revista “Edificación Cristiana”, nº4 y 5, 1.977)

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