martes, 4 de febrero de 2014

"La primitiva iglesia, en la España del '98" ( IV parte, escrita en 1.981)



LUCES Y SOMBRAS

 
Antes de finalizar el pasado siglo (se refiere al s. XIX), se abren nuevas obras en Mérida, en Sabiñán, en esa Ávila de "santos y cantos", en Cuenca y en Albacete; y se sigue orando intensamente para que el Señor abra camino en otros lugares de nuestra atormentada geografía. Pero arrecia también una creciente oposición. Las dos misioneras afincadas en Burgos (Anita Crouch y S. Pullen) se ven expulsadas de la capital por orden del gobernador civil, a quien el arzobispo en persona había visitado unas horas antes...

En la capital conquense, S. Sharples y su ayudante español tropiezan con una violenta (y bien orquestada) persecución. Casi a diario, unos mozalbetes irrumpen en las reuniones gritando: ¡Viva la Virgen! y destrozando Biblias, folletos e himnarios. Al cabo de una semana se presentó un policía para cobrar una multa de 25 pesetas (¡casi el sueldo mensual de un obrero!) por... "continuo alboroto y escándalo público". Poco después se comprobó que los "elementos incontrolados" de turno fueron enviados por el alcalde y con la bendición eclesiástica...

 

UN GIRO

Tras cinco años de esforzados trabajos y ante redoblados ataques organizados a nivel nacional, la obra parece dar un giro. En 1.902, doña Julia Jones deja Zaragoza (donde sin embargo, prosigue el testimonio) e instala la casa central en Madrid. Desde aquí sigue escribiendo, orando, predicando a las mujeres y cuidando atentamente de la marcha de la misión.

Además, en el barrio de la Guindalera, abre un confortable "Hospital evangélico inglés" dotado de los últimos adelantos de la ciencia médica. Es inaugurado en 1.904 en presencia del cuerpo médico, de la prensa, de destacadas personalidades y del embajador británico en persona. Con ello, doña Julia (que sufragó todos los gastos) quiere alcanzar a la clase media alta e incluso a la aristocracia, dándoles a conocer el auténtico Cristo de las Escrituras (frente a las aberrantes caricaturas del mismo). A cada enfermo se le regala un Nuevo Testamento (libre de humanas acotaciones) y literatura evangélica escogida. Más adelante -y siempre con el mismo fin- doña Julia Jones abrió en la madrileña calle del Carmen un selecto salón de té, donde acudían miembros de la casa real y de la aristocracia. Al lado había un salón de lectura ampliamente provisto de Biblias, Nuevos Testamentos y "Mensajeros de la Verdad". Los cuantiosos gastos de mantenimiento y la falta de personal adecuado no permitieron que ambos servicios (Hospital y salón de té) fuesen llevados a cabo durante muchos años. Quedan como testimonio de un inteligente esfuerzo para evangelizar a todas las capas de la sociedad española.

A partir de 1.905, la actividad de la "Primitiva Iglesia" va desplazándose lentamente hacia el Oeste: Salamanca y Extremadura; luego hacia La Mancha (Ciudad Real, Torralba de Calatrava, Valdepeñas y Albacete) y hacia el Sureste: Murcia. Finalmente, desbordará al Sur de Despeñaperros: Jaén, Casillas de Chilluevar, La Puebla de Cazalla (hacia 1.910) y Camas (al lado de Santiponce de Sevilla). La primera Guerra Mundial y el fallecimiento, en 1.916, de don Huntington Stone parecen haber mermado las filas y los recursos de lo que ahora se llama: "Misión Evangélica Inglesa".

Pero, estando la capilla madrileña en la calle de Silva (entre 1.913 y 1.920), siguen llegando algunas misioneras más: doña Ana, doña Clara Adams y doña Mercedes Vaughan. Esta fue la última que "partió para estar con Cristo", en septiembre de 1.962.

Por su parte, don Federico D. Jones (secundado por hermanos catalanes como don Amado Alqueza y don Jaime Casals) testificó activamente en las provincias de Huesca y Lérida, formándose entre 1.920 y 1.936- diversos grupos de creyentes en Alcarraz, Almacellas, Corbins, Termens, Monzón y cinco puntos más, sin olvidar la capital leridana y la Ciudad Condal. En 1.933, don Federico hizo construir el primer "Coche Bíblico" que hubo en España. !Aquello era una verdadera casa sobre ruedas", dice J. Casals en sus memorias, "tenía: cuatro camas, cocina, comedor, despensa, lavabo, estantes de la librería ambulante, con su micrófono y altavoz para anunciar la Palabra del Señor". Hasta el estallido de la Guerra Civil, el camión bíblico rodó por 38 provincias españolas anunciando la Biblia en centenares de pueblos grandes y pequeños.

En total, cabe afirmar que la "Primitiva Iglesia" estableció obra evangélica (pasajera o perdurable) en más de 54 pueblos y ciudades, que visitó regularmente más de 230 sitios habitados, proclamando en cerca de dos mil lugares que Jesucristo es el único Salvador y Señor: ¡Tierra, tierra, tierra! oye palabra del Eterno..." (Jer 22:29). Sus mensajeros recorrieron poblados, vecindarios y aldeas a pie, a lomo de burro, en carruajes tirados por mulas, en trenes e incluso en un flamante "automóvil" que, a principios de siglo, atraía a grandes multitudes. Así, en Ibahernando (Cáceres), la señorita Mathews -al verse rodeada por centenares de curiosos que no la dejaban bajar -utilizó el vehículo de motor para hablar sobre Juan 3:16. Mientras que en los pueblos manchegos por donde pasaba, curas y frailes alertados predicaban a los feligreses: ¿Habéis visto jamás un carro que ande sin caballería? No, ¿verdad? ¡Pues es la mejor prueba de que los diablos están dentro de ese coche! ¡Apedreadlo!

 

A MODO DE CONCLUSIÓN...

(Continuará)

(Redactado por Pablo Enrique Le More y publicado en la revista "Edificación Cristiana", marzo-abril de 1.981)

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