martes, 25 de noviembre de 2014

"Crónica de Zamora", año 1.966. (I parte)



"El 19 de mayo (de 1.966), coincidiendo con la festividad de la Ascensión del Señor, tuvimos un día memorable con la inauguración de la capilla.

Allá por 1880 se inició la Obra evangélica en la provincia. Tábara, Villalube, Fresno de la Rivera... fueron lugares en que los siervos del Señor don Juan Nisbeth, don Guillermo Mc Intos, don Eduardo T. C. Turral cosecharon los primeros frutos. Allí aprendió don Federico Gray las primeras letras en español, cuando acababa de llegar para entregar su vida al servicio de Dios en nuestra patria. Sus polvorientas carreteras sabían bastante del pedalear de aquellas bicicletas que parecían camellos, cuando no había que ir a pie o en diligencia. Muchos bellos rincones podrían contarnos de las lágrimas, los anhelos, las súplicas de aquellos siervos del Señor que, negándose a sí mismos, llegaron para traernos el conocimiento del Evangelio. Persecuciones, dificultades, obligaron a los creyentes a trasladarse a poblaciones mayores, siempre más liberales y menos inhóspitas. Don Arturo Sahllis, don Gabriel Bermejo centraron sus esfuerzos en la comarca de Benavente, donde cosecharon fruto, pero indudablemente sin perder la vista a Zamora. Don Guillermo Willes abrió una capilla en la calle Cortinas de San Miguel. Anteriormente, no sé si él u otro siervo del Señor, celebraron cultos en una casa de La Cuesta del Piñedo. Allá por el 1929 mi padre acompañaba a don Arturo Shallis para visitar algunos creyentes que había en Zamora. ¡Cuántos recuerdos que el tiempo se encarga de difuminar! Ahora hace falta desempolvar papeles para sacar a luz datos concretos de aquellas andanzas que tan interesante nos sería conocer en detalle.

Hemos de trasladarnos al año 1954 para coger nuevamente el hilo de la Historia. Los años malos de la postguerra lo habían roto y enmarañado. Circunstancias difíciles, pero indudablemente controladas por el Señor, trajeron a Zamora a doña Elisa González, cuya casa quedó abierta para anunciar el Evangelio. Desde aquella fecha nos venimos reuniendo, cada vez con mayores dificultades, porque el Señor ha venido añadiendo día a día los que habían de ser salvos. Hubo que suprimir las sillas para aumentar la capacidad del local, sentándonos en tablas sostenidas por caballetes. Temíamos que un día apareciéramos todos en el piso de abajo.

¿Cómo salir de la situación? Nuestras fuerzas económicas eran pequeñas. Comenzamos a orar y a juntar algunos fondos, a pesar de todo. Parecía sólo una ilusión. ¿Cuánto tardaríamos en reunir lo suficiente? "Para Dios todo es posible." Los hermanos que administran el "Fondo de Locales", y que conocían las circunstancias, nos alentaron.

Apareció una casa que parecía una oportunidad, pero no había dinero suficiente. Fuimos adelante en fe y Dios proveyó por medio de un generoso donante, de tal modo que el Fondo pudo prestarnos lo suficiente para la adquisición. Bien merece la pena sacrificarse en sostenerle. Gracias a él pueden realizarse estos proyectos, para los que las fuerzas de la localidad no alcanzarían.

En menos de un año pasamos nosotros del proyecto, que nos parecía utópico, a la inauguración de una capilla...

 

(Continuará)

(Rodolfo González)

(Publicado en la revista "Edificación Cristiana", Mayo-Julio de 1.966)

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